Dos libros sin palabras


Mayra Nebril

Los dos mejores libros que he leído en el año, me  llegaron juntos de pura casualidad. El orden en el que uno lee lo que lee es una cuestión que abriga cierta magia, ya que en sí mismo encierra una posibilidad de lectura, que con otra serie cambiaría, y sería otra la poción.

La nieta del señor Linh y El reflejo de las palabras son los textos con los que me encontré, - que además de emocionarme, enternecerme- me pusieron a sentir y volver a pensar acerca del valor de las palabras, de su peso, de su consistencia e insistencia, de lo que nos ofrecen, y de lo que sin lugar a dudas, nos quitan.

Siguiendo a Philippe Claudel - luego de descubrirlo en Almas grises-, fui a la librería a buscar otro de sus libros, La nieta del señor Linh, objeto que compré temerosa al saber que recaían  sobre él tantas expectativas. Pero volví del comercio con dos novelas dentro de la bolsa de papel, el colado, por suerte y recomendación de la persona que me atendió, fue El reflejo de las palabras de Kader Abdolah, libro con el que me tenté-cosa que en las librerías me sucede con frecuencia-pero aquella vez el anzuelo fue la alegre descripción de la mujer, que con una inmensa sonrisa dijo, es "un bocadito delicioso", y luego de saborearlo puedo afirmar que no se equivocó.

Empecé por La nieta del señor Lihn, un libro finito, de 126 páginas, lo aclaro porque las novelas cortas siempre me provocan un cierto desasosiego antes de empezarlas, no sé si es una sensación frecuente en otros lectores, ya que a decir verdad nunca antes se lo pregunté a nadie, pero me sucede así. Claudel  comienza escribiendo:
"Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Linh. Es el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas."
Y en un solo  párrafo mi desasosiego comienza a crecer, a encontrar la medida del señor Linh, ese viejo querible- a cargo de una bebé, su nieta-exiliado en un país al que no entiende,  al que no quiere y en el que la soledad es una asepsia de quirófano; hasta que aparece el señor Bark, y con él la posibilidad de la ilusión, del sentido, del orden, del relato-mutuo, de la memoria, en definitiva la magia de la amistad, ¡bendita sea! La comprensión de ambos personajes no se establece por hablar el mismo idioma, se entienden, profundamente, se quieren, pero sin saber lo que dicen. La manera de llevar la historia sin la lengua como soporte de los diálogos, es genial.

El reflejo de las palabras es el libro que leí a continuación, novela con la que me emocioné muchísimo, con esa alegría que me habita cuando algún escritor pone tan maravillosamente en palabras una historia que hace sonar en mí la campana de lo verdadero. Descubrí al autor, Kader Abdolah (Irán, 1954), y con su escritura la puerta de entrada a un lugar que ya no queda tan lejos, ni me es tan ajeno.

A través de una relación memorable entre un padre sordo-mudo y un hijo oyente-traductor-escritor, se escuchan historias del lejano oriente, relatos que saben del reflejo de las palabras, de sus luces y sombras, y en los que los espejos renuevan las voces de siempre para convertirlas en una historia de amor entre un padre y un hijo.
Lo mismo, lo importante, otra vez nace en las páginas de ambas novelas.

Dos libros recomendables, sin más palabras.

¿Abuso de la belleza-parte II?


Tengo un loco e incontenible deseo de asesinar a la belleza 
Tristán Tzara

El libro El abuso de la belleza, de Arthur Danto,  nos ha permitido pensar en lo sublime como categoría. Hacernos preguntas que van y vienen de la estética al psicoanálisis. 
¿Lo sublime es un más allá de la belleza? ¿Debe morir la belleza para llegar a la verdad? ¿En un análisis se trata del asombro de lo sublime?, ¿de la función poética más que de la científica?, ¿de la creación de alguna elegía?

Aquí transcribimos nuevas citas del ensayo de Danto:

El logo de 1930 del Institute for advanced studies de Princeton muestra a dos alegóricas mujeres, una cubierta y la otra desnuda, que llevan por nombre Belleza y Verdad en ese orden, con lo que la ropa probablemente sugiere que la Belleza es la Verdad con vestido puesto. Pág 64

Un comentarista reciente comparó el impacto de Acerca de lo sublime con el de los escritos de Freud en nuestra propia época. Al proponer el sexo como principal motor de la conducta humana, Freud sembró la inquietud y la incertidumbre emocional, dejando a todo el mundo con la sensación de que, en términos de promesa orgásmica, algo faltaba a nuestras pequeñas vidas civilizadas… La belleza es una fuente de placer; pero la sublimidad, en arte y sobre todo en la naturaleza, produce eso que Burke describió como “la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir”. Pero ¿en qué consiste exactamente ese sentimiento? Pág 208

Así pues, una obra de arte sería sublime si suscitara en un sujeto esta completa mixtura de asombro y veneración. Pág 209

El asombro sigue siendo cosa del poeta y no del científico. El científico, si algo hace, es destruir la sublimidad, como cuando Newton, para desesperación de Keats, desentrañó el misterio del arco iris. “La ciencia mata para diseccionar”, replicó con desdén Wordworth. Podría decirse que cuanto más sabemos, menos sentimos. Pág 213

Es posible que haya casos en la que la experiencia de lo sublime tenga el sentimiento del terror como uno de sus componentes, pero no es esencial al concepto del modo en que el asombro sí lo es. Pág 218

Lacan en Langue Lengue


Volver al seminario "La ética de psicoanálisis" de Jacques Lacan nos abrió la ventana a una nueva perspectiva del tema la estética del psicoanálisis. Las citas son el intento de dejarla abierta para algún otro:

“Aquí reside el problema de la sublimación, en tanto creadora de cierto número de formas, entre las cuales el arte no es la única. … Pues esa sublimación, en tanto que creadora de dichos valores socialmente reconocidos, debe ser juzgada en función del problema ético.” Pág 133

“La sublimación que aporta al Trieb una satisfacción diferente de su meta- siempre definida como su meta natural- es precisamente lo que revela la naturaleza propia del Trieb en la medida en que éste no es puramente el instinto, sino en la medida que se relaciona con das Ding como tal, con la Cosa en tanto que ella es diferente del objeto. … Y la fórmula más general que les doy de la sublimación es la siguiente- ella eleva un objeto- y aquí no rehusaré las resonancias de retruécano que puede haber en el uso del término que introduciré- a la dignidad de la Cosa.” Pág 138.

“La sublimación, en efecto, no es lo que piensa el común de la gente, ni se ejerce siempre en el sentido de lo sublime, el cambio de objeto no hace desaparecer, lejos de ello, el objeto sexual- el objeto sexual, acentuado como tal, puede nacer en la sublimación. El juego sexual más crudo puede ser el objeto de una poesía, sin que ésta pierda sin embargo su mira sublimante.” Pág 197.

No siempre va en el sentido de lo sublime, -dice- o sea que a veces sí. ¿Y en las otras sigue la sublimación otro parámetro estético?

Más adelante Lacan avanza en el problema de la sublimación, se encuentra con lo estético y lo bello. Cada vez están más cerca la sublimación y lo sublime. 

Dice:“El bien no es la sola, la verdadera, la única barrera que nos separa de él. ¿Cuál es esa segunda barrera?… La verdadera barrera que detiene al sujeto ante el campo innombrable del deseo radical, en la medida que es el campo de la destrucción absoluta, de la destrucción más allá de la putrefacción es, hablando estrictamente, el fenómeno estético, en la medida en que es identificable con la experiencia de lo bello- lo bello en su irradiación deslumbrante, lo bello del cual se dijo que es el esplendor de lo verdadero. Es, evidentemente, porque lo verdadero no es demasiado bonito de ver que lo bello es, sino su esplendor, al menos, su cobertura. … si el bien constituya la primera red de detención, lo bello constituye la segunda y se le acerca más. Nos detiene, pero también nos indica en qué dirección se encuentra el campo de la destrucción.
En este sentido, que lo bello esté más cerca del mal que del bien para apuntar al centro de la experiencia moral no es, espero, algo que los asombre demasiado. Fue dicho hace mucho tiempo, lo mejor es el enemigo del bien.” Página 262.

¡Otra vez llegando tarde a las preguntas y las respuestas importantes! ¿Lo bello está más cerca del mal que del bien? 

Y más adelante:
“Lo bello en su función singular en relación al deseo no nos engaña, contrariamente a la función del bien. Nos despierta y quizás nos acomode sobre el deseo, en la medida en que él mismo está relacionado con una estructura de señuelo. Ven ya ese lugar, ilustrado por el fantasma. Si hay un al-bien-no-lo-toquen, como decía recién, el fantasma es en la estructura del campo enigmático un no-toquen-lo-bello.” Pág 287-88 

Psicoanálisis estético III: sublimación, sublime, sinthome

Por Mayra Nebril

Es increíble cómo recortar un tema de trabajo – La estética del psicoanálisis, ¿existe?- permite abrir una ventana en libros leídos, e incluso estudiados, que no parecían en un primer momento estar relacionados. 

Una idea - la búsqueda de conexión entre ética y estética- me llevó a revisar el seminario 7 de Lacan, La ética del Psicoanálisis. ¡Fue una sorpresa encontrarme con la cantidad de veces en las que Lacan aborda, indirecta o directamente, la perspectiva de la estética, y lo bello, en conexión con la ética!

Fue un hallazgo descubrir cómo quedaban frente a frente dos conceptos: la sublimación y lo sublime.

La sublimación- de la que Lacan habla, y mucho, en este seminario- y Lo sublime- concepto íntimamente relacionado con la estética, aparecido en el libro Sobre lo sublime de Pseudo-Longino s II AC aprox, y olvidado hasta que en el renacimiento, y especialmente Burke lo retoma y lo vuelve a poner en circulación.

¿Está emparentada la sublimación, con la estética y con lo sublime?

Tal vez, una vez llegados a este punto, es una obviedad, pero hasta hace pocas semanas no estaban tan cerca ambos términos.

Sublimar- con la connotación freudiana y lacaniana- no se encontraba emparentado con Lo sublime, como categoría especial de los hechos estéticos.

La definición de sublime, era para mí, la primera separación operada por el arte para despegarse de la belleza como único valor buscado. Lo sublime distanciaba al arte de la búsqueda de perfección y armonía que hay detrás de la belleza, y alineaba a la sublimidad con el encuentro con el éxtasis, el asombro, la veneración, el entusiasmo, el arrebato, y el miedo. Según palabras de Burke, la sublimidad es “la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir.”

Mientras que la sublimación remitía al concepto freudiano, según el cual sin que operara la represión se cambiaba la meta y el objeto sexual, por unos socialmente aceptados, elevados, y sublimar era también, el aforismo lacaniano tan citado “elevar el objeto a la dignidad de la Cosa”, objetivos, caídos en desuso, de lo que antes se pretendía en un fin de análisis, ¿o no?

Lacan, en el seminario 7, rodea el concepto de sublimación, y arriba, si es que tal palabra puede usarse, a Lo bello-concepto que según entiendo incluye además de la belleza a lo sublime. De hecho es en esta relectura de La ética del psicoanálisis que se acercan y emparentan en mi diccionario sublimación con estética y lo sublime.  Citas del seminario 7

Lacan va abandonando el término sublimación, pocas veces vuelve a trabajarlo luego de este seminario. ¿Cuál es el concepto “heredero” de sublimación? Al tratarse de lo que se obtiene al final de un análisis, podemos preguntarnos si ¿será el término sinthome? El sinthome, para el último Lacan, es la figura del fin de un análisis, un saber hacer. La creación de un cuarto nudo que abre la posibilidad de sostenerse de un nuevo modo, invento en la manera de vivir. Estaría emparentado con la creación, ¿de qué? 
Lacan habla de la escritura como sinthome en Joyce, claro está que no sólo de arte se trata el asunto, ¿entonces?

¿El sinthome sería un hecho estético? ¿Poético? ¿Científico? ¿Sublime? ¿Místico?
En eso estamos trabajando. ¿Ustedes?

Psicoanálisis estético II: el modo de Freud


por Mayra Nebril

Al comenzar a releer algunos de los textos enumerados en el Apéndice: Escritos de Freud que versan predominantemente o en gran parte sobre arte, literatura o estética, -apéndice que figura en el tomo XXI de las obras completas de Freud, Amorrortu editores, página 213- me llamó la atención la forma en la que Sigmund desarrolla los temas que aborda. La manera en la cual al escribir, pone el acento sobre la persona del escritor, más que en sus producciones. Pocos, creo yo, osarían presentar de esta manera un ensayo al día de hoy; entre otros motivos porque el psicoanálisis aplicado no goza de buena salud.

Entonces, ¿podemos afirmar que la estética psicoanalítica ha cambiado?, ¿que la manera de decir del psicoanálisis sobre arte, o el modo de presentar un caso clínico, o la forma de interpretar, o de callar, son diversas a las de Freud?

Desde 1900 a la fecha, la persona del escritor, narrador, autor fue desdoblada, hubo avances teóricos, surgieron disciplinas nuevas, la creación cobró matices singulares, en el arte, en la lingüística, en la semiología, en el psicoanálisis, producción que pesa y cuenta, me dirán y estoy en total acuerdo. Aun así, creo que algún otro se sorprenderá también, frente a párrafos con esta estética:

“Si consideramos, pues, la fantasía de Leonardo con los ojos del psicoanalista, no nos presenta por mucho tiempo una apariencia desconocida; creemos recordar que a menudo, por ejemplo en sueños, hemos hallado algo parecido, de suerte que nos atreveríamos a traducir esta fantasía de su lenguaje privado a palabras comunes y comprensibles. Y bien, la traducción apunta a lo erótico. Cola, “coda”, es uno de los más familiares símbolos y designaciones sustitutivas del miembro viril, no menos en italiano que en otras lenguas; la situación contenida en la fantasía, a saber, que un buitre abriese la boca del niño y se empeñase en hurgarle dentro, corresponde a la representación de un fellatio, un acto sexual en el que el miembro es introducido en la boca de la persona usada. Es bastante raro que esta fantasía posea un carácter enteramente pasivo; por lo demás, recuerda ciertos sueños y fantasías de mujeres u homosexuales pasivos (que desempeñan el papel femenino en el acto sexual).
Más adelante “Cuando Leonardo, en la cúspide de su vida, reencontró aquella sonrisa de beatífico arrobamiento que antaño había jugado en los labios de su madre al acariciarlo, hacía tiempo se encontraba bajo el imperio de una inhibición que le prohibía volver a anhelar nunca tales ternezas de los labios de una mujer. Pero se había hecho pintor, y entonces se empeñó en recrear esa sonrisa con el pincel, estampándola luego en todos sus cuadros.” Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci – 1910 – Amorrortu editores.

A lo largo de este ensayo Freud va armando un rompecabezas, comparable tal vez, con el modo en que en algunos libros el personaje-investigador va arribando a las conclusiones finales. Freud da saltos grandes  alrededor de la figura de Leonardo para poder explicar la teoría que venía naciendo y certificándose con y a partir de él. Es como si lo escucháramos afirmar, casi a los gritos, ¡miren, acá, acá, El Edipo Existe!, ¡y no sólo existe, además es universal!, ¡claro que sí, vean sino a Da Vinci, un grande, y aun así le aplico la teoría y llegamos a buen puerto!

En el escrito sobre Dostoievski 1928, sucede algo parecido, Freud comienza diciendo:

“En la rica personalidad de Dostoievski, uno distinguiría cuatro fachadas: el literato, el neurótico, el pensador ético y el pecador. ¿Cómo orientarse en medio de esa desconcertante complicación?”

Y más adelante sigue: He aquí, pues, la fórmula para Dostoievski: Una persona de disposición bisexual particularmente intensa, que puede defenderse con particular intensidad del vasallaje de un padre particularmente duro. Agregamos este carácter de la bisexualidad a los componentes de su ser ya discernidos. El temprano síntoma de los “ataques de muerte” puede comprenderse entonces como una identificación-padre del yo, consentida por el superyó a modo de castigo. “Tú has querido matar a tu padre para ser tú mismo el padre. Ahora eres el padre, pero el padre muerto”: el mecanismo habitual de los síntomas histéricos.” Pág 183 Dostoievski y el parricidio Amorrortu editores.

Se nota tanto el gesto fundacional en las frases, como la novedad que esas afirmaciones implicaban para la época. Quizás hoy estén- sino vaciadas de sentido-, mancilladas en la vulgarización que la teoría psicoanalítica ha sufrido. Por eso, supongo, que a lo mismo le damos nuevas formas, variantes estéticas en su presentación para que vuelvan a sacudirnos y a sorprendernos. En el artículo anterior sobre Psicoanálisis estético, transcribía una definición de  estética: lo relativo a lo bello o artístico, susceptible de percibirse por los sentidos, facultad de percepción por los sentidos, yo percibo, yo comprendo. Una estética tabula una manera de percibir a través de los sentidos, en definitiva de ¿sentir? Me preguntaba en qué podríamos notar el cambio estético en el psicoanálisis. ¿En el modo de decir y callar- de psicoanalistas y también de analizantes? ¿O en la forma de percibir a través de los sentidos? ¿De sentir? ¿La ira, por ejemplo, se siente distinta en 1900-época freudiana- que en 1960- lacaniana- que en la actualidad? ¿Ha cambiado la forma de leer, de interpretar?

¿Interpretamos distinto? Creo que sí. Hoy vemos el Edipo en todas partes, los pacientes llegan diciendo que tienen “un problema edípico grande”, o “mi narcisismo está desestabilizado”, o algo por el estilo, o sea, ya a nadie le asusta, a casi nadie le sorprende, ¿nada? Debemos desmontar el Edipo rey de Sófocles, y el de Freud, para que aparezca, con suerte, presentificado y vívido el de alguien, y nos asombre, y nos espante. Para que el psicoanálisis siga siendo subversivo, siga viviendo y conmoviendo de la misma manera que sucedía en tiempos inaugurales, cambiamos las formas. ¡Tantas veces tenemos que matar el contenido del cuentito Edipo para que aparezca en el discurso lo que vive y lucha!

Comienzo a pensar que esos son los momentos estéticos de un análisis, los instantes en los que lo mismo de siempre, nos vuelve a sacudir la modorra, y nos asombra. 

¿El abuso de la belleza?



Leyendo el libro "El abuso de la belleza: La estética y el concepto de arte" De Arthur C. Danto encontramos unas cuantas páginas que nos tienen conversando y discutiendo. ¡Cuántas preguntas sobre la belleza, el dolor, la verdad, la estética, la elegía y el psicoanálisis nos acercó su lectura!
Les dejamos una cita, recorte de varias páginas del libro...

"La desaparición del concepto de belleza del panorama de la conciencia artística constituía, por así decirlo, una crisis. Aunque la belleza hubiera demostrado ser mucho menos esencial para las artes visuales de lo que la tradición filosófica había imaginado, eso no quería decir que no fuera esencial para la vida humana. La aparición espontánea de los conmovedores altares improvisados por todo Nueva York tras el ataque terrorista del 11 de setiembre de 2001 fue para mí la prueba de que la necesidad de belleza en los momentos extremos de la vida está profundamente arraigada en lo humano. En cualquier caso, comprendí que al escribir sobre la belleza como filósofo estaba apuntando al tema más profundo de todos. La belleza es solamente una cualidad estética más entre un inmenso abanico de cualidades estéticas, y la estética filosófica estaba en un callejón sin salida por haberse concentrado demasiado en la belleza. Sin embargo, la belleza es la única cualidad estética que también es un valor, como la verdad y la bondad. Y no simplemente uno de los valores que nos permiten vivir: es uno de los valores que definen lo que significa una vida plenamente humana." - página 51

"Las elegías son la respuesta artística a unos acontecimientos ante los que la respuesta emocional natural es la aflicción, que el diccionario define como "profundo desconsuelo y pesar (como en la pérdida de un ser amado)". Sospecho que sabemos muy poco sobre la psicología de la pérdida para entender por qué la creación de belleza es una forma tan apropiada de señalarla; por qué llevamos flores a las tumbas, o a los funerales, o por qué cierta clase de música define el estado de ánimo de los dolientes. Es como si la belleza hiciese de catalizador, transformando el dolor crudo de una serena tristeza, ayudando a que las lágrimas salgan y poniendo al mismo tiempo la pérdida, por así decir, en cierta perspectiva filosófica. El recurso de la belleza parece surgir espontáneamente en las ocasiones en las que se siente una gran aflicción. En los ochenta cuando tantos hombres jóvenes empezaban a morir de sida, el funeral gay se convirtió en una especie de arte. Las víctimas planificaban sus funerales cuidadosamente y con originalidad, llenándolo es de las cosas que habían dado belleza a sus vida. La belleza encarnaba los valores que les habían ayudado a vivir. Y de nuevo, inmediatamente después del ataque terrorista al World Trade Center, aparecieron templos improvisados por toda la ciudad de Nueva York. Todos eran más o menos iguales, todos hondamente conmovedores: velas votivas, flores, banderas, globos, a veces recortes de papel con poemas. Eran la respuesta popular inmediata a la inmensa tristeza que invadió Nueva York. El sentimiento era más elegíaco que airado: los templos eran la expresión exterior de de unos corazones destrozados por los que se entendía que era el final de una forma de vida....  ¿Es la modalidad elegíaca la mejor respuesta para una catástrofe política tan próxima? La distancia interpuesta por la belleza ¿no será acaso demasiado brusca? .... La elegía entra entonces en conflicto con el impulso de reaccionar y continuar la lucha. ... La belleza no es siempre un acierto. Las fotografías de Sebastao Salgado de una humanidad sufriente son bellas, como invariablemente lo es su trabajo. Pero ¿tenemos derecho a mostrar semejante sufrimiento de maneras hermosas? ¿No implica acaso la belleza de la representación que su contenido es de un modo u otro inevitable, como la muerte? ¿No son esas fotografías edificantes en la disonancia que muestran entre su belleza y el dolor de su contenido? Si la belleza está internamente vinculada al contenido de una obra, una posible crítica de la obra es que sea bella cuando no es adecuado que lo sea." pág 164-65-66

Mesa de luz: Lecturas de mayo


por Mayra Nebril

Ayer terminé de leer Almas grises de Philippe Claudel. Hacía tiempo que no sentía la alegría, un poco aniñada, que me viste cuando descubro a un autor que me promete tanto que decido  seguirlo y encontrarlo en sus otros libros. Varias veces, frases del texto me obligaron a buscar un lápiz y subrayarlas; cuando vuelva tendré un camino señalado, no sé si me dirán algo estando fuera de sus páginas, no sé tampoco si lograré volver a ese mismo mundo, les transcribo dos y ustedes dirán si los invitan a algún sitio:


“El juez tenía una forma de llamar “amigo mío” a la gente que en realidad quería decir que el aludido no era amigo suyo en absoluto. Tenía la habilidad de servirse de las palabras para hacerles decir cosas totalmente distintas a las que normalmente significaban.” Pág 87


“Escribir hace que seamos dos.” Pág 183

Además, en los ratos libres del consultorio y casi todos los mediodías, intercalo la lectura de tres  textos en los que busco respuesta para mis preguntas sobre la existencia y consistencia de la Estética psicoanalítica.

Pequeño manual de inestética, es el libro en el que sigo a Alan Badiou en sus reflexiones acerca de los lazos entre filosofía y arte. Me gusta cómo vamos avanzando juntos y la manera en la que pone el foco en asuntos que estaban en la oscuridad, para mí, antes de leerlo. Sus artículos se suceden e interrogan, vuelvo a los seminarios 7 y 23 de Lacan, busco las relaciones estéticas en la ética psicoanalítica y encuentro en el sinthome novedosos puentes con la estética y con la interrogante que nos impulsó en  primer momento, ¿existe la estética psicoanalítica? 


Cuadros: Jean-Baptiste Camille Corot (París 16 de julio de 1796 - 22 febrero 1895)

Un hilito


por Paola Menta.

¡Qué herramienta fabulosa la pregunta! Me sorprendo siempre ante la potencia y las posibilidades de esa frase escoltada por los signos de interrogación. ¡De cuántos recorridos, pensamientos y estados del alma es el resultado y de cuánto aún por venir!

Me gusta imaginarme que la pregunta tiene un lado adhesivo; se nos adhiere y entonces la llevamos o la cargamos a donde quiera que vayamos. Sonreí  -con complicidad- cuando encontré escrito en el diario de Virginia Woolf,  la felicidad es tener un hilito al cual las cosas puedan adherirse. 

Ese hilito con cosas adheridas trae consigo la posibilidad de la composición; algo podría tomar una forma, pero ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo? El momento de la composición es tan jubiloso como impredecible. Imposible saber de antemano si ocurrirá o no; sin embargo ¿qué es lo que nos lleva a hacer la apuesta? ¿Qué es lo que nos impulsa a deambular como alucinados entre libros, frases, pensamientos, palabras…?¿Qué es lo que nos permite perseverar aún en el desconcierto más crudo, aún en la ignorancia? ¿De qué orden es eso que de pronto se compone y nos obliga a tales peripecias?

La insistencia, la terquedad con la que nos mantenemos en esa vía es señal, para mí, de que en ese lugar se juegan cuestiones fundamentales, es decir, del orden del fundamento. Pienso en el amor, pienso en el destino, el propio pensamiento como experiencia de riesgo, amor y belleza que depende, al menos así lo creo, del asombro y la pregunta adherida al cuerpo.

“El arte es dar asombro - dice Jorge Luis Borges- pero no asombro del talento de poeta, sino que el lector sienta que está en un mundo extraño, que él mismo es muy extraño, que el hecho de vivir es rarísimo”.

Es en ese asombro en el que los analistas nos emparentamos –cada cual a su manera- con el artista. Me gusta pensar que es de ese asombro que pende la posibilidad de un análisis.

¿No es acaso esa la dimensión en la que palpita el análisis?
¿Acaso no sería un hecho estético el peculiar y costoso  armado de las metáforas en las que una vida se sostiene?






Avancemos con los Petitás y la Tía Chichita


Estimados y atentos lectores:

En esta oportunidad me dedicaré a ampliar el glosario psicoanalítico, como bien solicitó mi seguidor entusiasta Piter C, ya que no ha sido solamente él quien me ha dicho que mis escritos están más oscurantistas que los del mismo Lacan, y si bien, es mi coeficiente intelectual el que me juega malas pasadas, haciendo evidente lo que para mis lectores puede no serlo, de tanto en tanto puedo adaptarme. No quiero de ninguna manera caer en la vulgarización de la teoría, lejos de mí tal intención, sería como envolver en papel rosa un bisturí, queridos míos, ¡pppor dios!!!, hartos  estamos de tal tontería… pppero tampoco quiero dejar por el camino a lectores que tienen inteligencia promedio o al menos un entusiasmo suficiente, como para acompañarme en el solitario viaje de la Estética psicoanalítica.

Sé de buena fuente que ha habido problemas con los dos términos introducidos por mí, que tanto el Petitá como el Psicopetitá los han superado. Se nota que no calibré la erudición del concepto, pero no teman, esta columna es para ponernos a todos a tono.


Empecemos por el Petitá.
El petitá, mi invento, es una derivación creativa del clásico objeto lacaniano- petit a. 
Es un objeto también, pero no está dado por natura, sino que implica la evolución del sujeto en cuestión para devenir, advenir, advertido de la premonición creativa posible, o sea hay que esperar para ver qué petitá vendrá. Acataaaá el petitá, se suele decir.
El día que logren ser expertos en el oficio del petiteo, serán capaces también de intuir o presentir con elevados grados de certeza qué petitá advendrá en cada sujeto en análisis-o no. Ya que hay quien, debemos reconocerlo, logra parir petitás sin analizarse, por eso Freud decía pregúntenle a los poetas, podemos, creo yyyo, preguntarle también a profesionales de casi todos los rubros-no sólo poetas- , por que petitás cuando los hay los hay.

Alentándolos a sabuaaarfer con la adivinación del Petitá por venir, voy a citarles un ejemplo. Cuando un sanitario logra el sabbuuarfer con su oficio, con la materia en cuestión, logra moldear sus Petitás, digo –sus caños son de determinado grosor, su teflón está envuelto de determinada forma, sus canillas tienen un brillo especial. Sus petitás, sus sabuaaarferes, son eso único que sólo él hace así, de ese modo peculiar, y entendamos que NO todos los sanitarios lo logran. ¿Comprendieron, estimulantes fans? Les hice una excelentísima explicación, del petitá estético de essse sanitario que tiene sabuuarfer.  Es cosa de algunos que escuchan el murmullo del objjjeto y lo traducen en el sabuuuarfer con el petitá estético. ¿Se entiende, verdad?

Pero vamos a aclarar que hay que trabajar muuuucho para arribar al nacimiento del Petitá, no se hace sólo, ni se aprende en una academia, curso, seminario o evento. Hay que transsspirar la camiseta, el mameluco, o la blusa de seda, para que nazcan uno o dos petitás. Queridísimos, en análisis, de aparecer petitás para el paciente, ellos estarán al final de un tratamiento y por supuesto que tiene que ver con que le toque un colega que domine y sea generoso con el arte del petiteo. Pocos, estimados seguidores, yyyo por supuesto y algunas amigas colegas sabuuuamosfer, pero es demasiado escaso es el número de psicoanalistas domadores de petitás. Para eso también escribo y trabajo…

No quiero parecer una maestra, pero para avanzar al concepto del Psicopetitá, necesito tomarles la lección del petitá, y definir un poco mejor con qué público cuento, ¿cuento?, ¿hay alguien ahí?

Aquí vamos, una fácil, ¿cuáles podrían considerarse los petitás de Frida Kahlo? ¡La mujer de los petitás! Si no los encuentran vuelvan a leer la columna, por favor, queridos, un esfuercito, ustedes pueden, ¡cuento con eso para poder avanzar!!

Para los que son menos intelectuales, los integro, ¡cómo no!, son mayoría y yyyo soy una analista democrática, tengo otro ejercicio para ustedes. ¿Cuáles serán los petitás de Luis Suarez, Forlan o algún otro que elijan entre el grupo mundialista?

Espero vuestros comentarios, y cruzo los dedos para que vengan embebidos en mi sabuaaarfer.

Suya, La Tía Chichita 

Despedida

por Paola Menta.

Las palabras tienen su propio tiempo para ordenarse en la frase y adquirir su poder de decir. En vano resulta apurarlas, obligarlas,  acicatearlas. Ya llegarán y con ellas algo nos será revelado.

Por suerte y mientras tanto, siempre hay alguien dispuesto a prestar palabras para arroparnos un poco cuando el frío de la muerte nos roza y nos deja, mal pertrechados, de cara al duro invierno. 
La muerte de Lía Quijano, el 21 de mayo próximo pasado, instaló con un golpe seco y sordo el silencio.

Así, mientras le permito al tiempo hacer el paciente trabajo de perforar ese silencio, me apropio de las palabras de Virginia Woolf para soportar el hasta siempre que también es nunca más.


Now is life very solid or very shifting? I am haunted by the two contradictions. This has gone on forever; goes down to the bottom of the world — this moment I stand on. Also it is transitory, flying, diaphanous. I shall pass like a cloud on the waves. Perhaps it may be that though we change, one flying after another, so quick, so quick, yet we are somehow successive and continuous we human beings, and show the light through. But what is the light?

Virginia Woolf

Psicoanálisis estético


Mayra Nebril
¿Qué es la estética? ¿Cómo se diferencia de estilo? 
La necesidad de definir en sí misma es una aventura, y se imaginarán que con un tema de semejante tamaño, más aún. Dice el diccionario Etimológico de la Lengua Castellana-para empezar por lo más básico y general- que estética es lo relativo a lo bello o artístico, susceptible de percibirse por los sentidos, facultad de percepción por los sentidos, yo percibo, yo comprendo. El mismo diccionario acerca de estilo dice tom. del lat. stilus, manera o arte de escribir, propte. Punzón para escribir, y antes estaca, tallo, yo escribo en el sentido que escribe a la manera de un estilo.

La lectura de Sigmund Freud y la lectura de Jacques Lacan son experiencias muy distintas, dan  cuenta, entre otros cosas, de dos estilos de escritura muy diversos, -ya que entiendo el estilo como algo del orden de lo individual, y a la estética como un asunto más del registro colectivo- pero también, comienzo a pensar, que ambas obras responden a dos estéticas diferentes, dos variaciones de la estética psicoanalítica.

Freud y Lacan fueron dos sujetos, cada uno con su manera de apretar el stilus, punzón, para escribir con su estilo una teoría, para tallar con manos pertenecientes a distinto cuerpo un modo de decir y transmitir; pero a su vez, cada uno estuvo ligado a la estética de su tiempo, e inventó  un modo de hacer en psicoanálisis, que no creo que responda sólo a un estilo personal, sino también a una atmósfera colectiva, una estética, una manera de percibir a través de los sentidos, en definitiva de ¿sentir?

La escritura de ambos es bien distinta, mientras que a Freud le dan el premio Goethe, distinción entre otras cuestiones por su modo de escribir, ya que funda, junto con la teoría un género literario, la literatura psicoanalítica, -un modo peculiar de relatar el caso clínico, una forma de escribir los sueños, su manera de decir sobre determinados artistas y sus producciones-; Lacan, en cambio, es considerado un autor de difícil acceso, quiere escribir con la lógica del inconsciente para que no se vulgaricen los conceptos, -como sucedió con el cuerpo teórico freudiano- quiere escribir como psicoanalista, ¿también como lo hacen los escritores de su época? Uno entra en los escritos lacanianos y parece no haber un camino trazado de antemano, -como sentimos en la escritura freudiana- es más fácil perderse, también me parece que es posible encontrar puertas a conceptos que no dibuja el mismo Lacan, ya que es una teoría viva, en movimiento.

Estilos distintos, creo que no hay duda en ese punto, pero ¿estéticas psicoanalíticas distintas?

Freud estuvo situado históricamente en la Viena de comienzos del S XX. Una Viena que se convirtió en la capital del Imperio austrohúngaro y en un centro cultural, artístico, político, de primer orden mundial. Un período cultural glorioso, es la época de los suntuosos valses vieneses, de grandes carruajes, y de los típicos cafés vieneses. Freud es hijo de la estética de su tiempo, de su ciudad, y a pesar de la conmoción que la creación del psicoanálisis introduce, el psicoanálisis freudiano tiene una estética producto de su tiempo. Freud tiene una mirada crítica, incluso desilusionada de la vida social de su ciudad, lugar en el  que Klimt y Wittgenstein hacían también historia, pero Freud se mantuvo al margen de la efervescencia que en el arte y la bohemia se producía. Tal vez queriendo preservar para el psicoanálisis el estatuto de ciencia; haciéndole espacio a la disciplina en el ámbito médico científico, con los respetos y beneficios que así se ganarían, con la estética que así se heredaría también.

El psicoanálisis en sus inicios fue una gran revolución, Freud tuvo que lidiar con lo subversivo que tal asunto resultaba para la sociedad vienesa, pero tal vez por ese mismo motivo debió mantener en muchas otras cuestiones el statu quo, manteniendo la estética de su tiempo en todo lo demás.

Lacan está situado en otro lugar, con otra idiosincrasia y en otro tiempo. Uno de alboroto intelectual y artístico, las vanguardias le son contemporáneas, él está en París en mayo del 68, la pérdida de sentido- como camino a la verdad- lo atraviesa, Freud ya inventó el psicoanálisis, y la “peste” se expandió como reguero de pólvora, incluso la narrativa se vio influenciada por tales descubrimientos y se volvió más próxima al monólogo interior de sus personajes. Sartre, Lévi-Strauss, Magritte, Duchamp, Heidegger, Barthes,  Blanchot, Foucault están pensando, escribiendo, discutiendo, al mismo tiempo. El alejamiento de la belleza es una norma; el intento de aproximación a lo sublime, otra; el arte está abriendo el mundo, cortándole un tajo. La novela experimental. Las rupturas.

¿La estética del psicoanálisis ha cambiado, entonces? ¿En qué podríamos notar el cambio estético? ¿En el modo de decir y callar- de psicoanalistas y también de analizantes? ¿O en la forma de percibir a través de los sentidos? ¿De sentir? ¿La ira, por citar un sentimiento, se siente distinta en 1900 que en 1970, se la expresa diferente? ¿Se la entiende e interpreta distinto? ¿Ha cambiado la forma de interpretar? ¿Es nuevo el encuadre que sostiene las sesiones? ¿Cómo ha variado la manera de presentar un caso clínico frente a colegas?

El tema tiene cuerda para rato, continuaré…


Los Petitás de los grandes psicoanalistas: Freud

Estimados lectores, fans y seguidores:

En esta tercera entrega quincenal, deseo entrar profunda y cabalmente en el tema por el cual Langue Lengue me ha convocado, mi dominio del Petitá, y en especial de la relación entre el Petitá y la Estética. Voy en esta ocasión, por lo tanto, a encaminarlos en la senda de Los petitás de los grandes psicoanalistas, penetraremos, juntos, la lógica fundante del psicoanálisis, esa que aún tiene sus consecuencias en el psicopetiteo del licenciado recién advenido, ese que incluso antes de enmarcar el título con dorado a la hoja y colgarlo en su consultorio, sabe, porque ha estudiado o simplemente porque lo sospecha, acerca de la existencia del mundo del psicopetitá psicoanalítico. 

Quiero en esta oportunidad, ofrecer mi vasta trayectoria a ese licenciado recién egresado, essse que quiere commmpenetrarse con sus petitás psicológicos, pero tiene dudas en la mueblería al elegir su beryerrr o al decidirse por su diván. 

Entonces, estudiaremos el sabuaarfer de los petitás, o sea, estimados seguidores, hoy nos avocaremos a los objetos del maestro, mas aquellos estrictamente relacionados con la creación de la técnica, en definitiva, los psicopetitás de Freud.

Empecemos por el principio, queridos fans, pero no por el huevo ni por la gallina, sino por El diván, el afamado psicopetitá diván, ese en el que retozaron el hombre de los lobos, el hombre de las ratas, Dora, e incluso el mismo Sigmund, ya que sé de buena fuente que el maestro sesteaba, a pata suelta y soñaba, en sus horas libres, recostado en él.


Dos preguntas surgen a cualquier psicoanalista que observe con cuidado este mueble. El primero es que tiene una alfombra sobre él, o sea, ¿esconde Freud su elección de objeto?, ¿por qué? 
No hay contacto directo con el mueble, es un misterio en sí mismo que se instala antes de que el paciente comience a hablar, ¿adrede?, ¿el padre del psicoanálisis nos invita a un acertijo?, ¿nos pide, así, que entremos en asociación libre? 
Sí, sí, definitivamente es así- queridísimos seguidores- un enigma que genera el TTsunami asociativo del que hablamos en otra ocasión. 

¡Arriesguen, digan, no teman! Háganlo, lectores. Ahora ....¿Necesitan que yo de el primer paso? Oquei, no por eminencia en el sabuaarfer de la estética del psicopetitá, dejo de saberhacer/sabuaarfer les un mimo a mis seguidores… a modo de ejemplo para que liberen las ideas, puedo ofrecerles un cómo proceder frente al enigma. No se queden ahí encandilados, procedan, suelten la lengua… 

El diván del maestro me recuerda al living de Pochola, que forraba los sillones con nylon para conservarlos mejor. O ¿sería Martha-la esposa de Freud- quien cubría el diván para evitar el roce que tanto trabajo daba quitarlo? Es un buen ejercicio, lectores, que permite otra clínica, otra ética y otreeee estéticc.

Pero, ¿qué sabemos a ciencia cierta? Ya que también tenemos que saber ceñirnos a las verdades, tan relacionadas con la estética, por otra parte. Lo que nos hace saber, con el acto de cobertura del diván, es que el contacto está SIEMPRE mediado, -eso nos quiere decir su gesto fundante- que el objeto está elevado a la dignidad de la Cosa, o sea al menos essse diván, el suyo, está elevado y no es cualquier COSA. Noten, por lo tanto, que con el diván nos hace la mostración de lo que Lacan descubriría años después en una visita a la casa -ya convertida en museo- de Freud. Se dice que Jacques miró debajo de la alfombra y quedó muy sorprendido, pero decidió hacer silencio, para sólo después escribir el aforismo.

La segunda pregunta es ¿por qué usó un diván?, ¿qué ligazón hay con su vida en esta elección ético estética que marcó una técnica, la nuestra? Sabemos que sostener la mirada, el clásico objeto petit a, durante tantas horas agotaba a Sigmund y entonces se dio maña y creó el psicopetitá diván para evitar-la, fue el invento con el que responder a la demanda del petit a lacaniano, ¿comprenden?

El petitá, siempre es creativo, ya que implica el despliegue del sujeto, de su subjetividad, y está relacionado con su historia – en el caso de Sigmund podemos, como es necesario hacer en psicoanálisis, suponer que fue la mirada fuerte de su propio padre la que desencadenó su sabuaaarfer con ella, para lograr imponer la distancia- pertinente- para hacer emerger la voz y hacer algo con ella. Crea Freud un petitá a la medida de sus petit a. ¿Me siguieron?

Además, debemos recordar que es la histeria quien le abre la historia del psicoanálisis, y fácil es saber que ellas disfrutan con el uso de divanes, con o sin alfombra.

¿Comprenden entonces cómo proceder para entrar en el análisis del nivel del psicopetitá? Encuentren primero el objeto petit a clásico, son cuatro, ¿recuerdan? Hagan algún versito que los contenga así no los olvidan más, plis. Después de detectar el objeto petit a clásico, observen el modo de lidiar con él que inventó el sujeto, -si es que tienen la suerte de conseguir un sujeto medio avispado- aparecerá entonces el petitá, y si se trata de un psicoanalista, los psicopetitás también estarán por allí. ¡Pero si es demasiado, quédense con el mundo del petitá!

Pueden- apreciables lectores amigos-empezar a pensar en la elección de vuestros divanes y beryyyers, o en los que se encuentran en los consultorios que frecuentan. Es hora de trazar suposiciones estéticas. Estética enganchada a Una, La, ética. Comprobarán cómo se abre el concepto cuando dejan que mi cuerpo, teórico, claro está, entre en ustedes. 
Pueden intentar, tal vez sea un salto osado, pero el camino del psicoanálisis implica riesgos, les decía que pueden empezar a interrelacionar el término objeto petit a común- queridos, sepan que no por ser un concepto que renové en el último tiempo, el clásico objeto petit a cae, así como existen dos lacanes, existe también el posTTTlacan, que deja vivo al objeto de Jacques y por supuesto eleva al petitá y al psicopetitá a la dignidad de alguna cosa- les decía en esta frase en su comienzo, que podían intentar relacionar al petit a simple con el petitá advenido del sabuaarfer de su propio análisis o del arte.
Trabajen, piensen, creen, orrrevuar monamis, 
Siempre suya,
 la Tía Chichita.

Acerca de la estética freudiana


por Mayra Nebril

¿Cuál fue la estética freudiana? No puedo responder a esa pregunta, pero al formularla logro hacer una pequeña asociación, -quizás evidente para algunos-, Freud recibe el Premio Goethe, premio otorgado fundamentalmente a escritores, y leyendo en serie algunos de sus textos acerca de estética -Dostoievski, Leonardo, Miguel Ángel, o el escrito acerca del mismo Goethe-  y recordando sus escritos clínicos, se percibe que hay allí un invento en su modo de hacer entre otras cosas, literatura. Freud, además de fundar el método psicoanalítico, gesta también la literatura psicoanalítica, un nuevo género literario.

Cita de Estudios sobre la histeria (Breuer y Freud) 1893-95
Apartado: Señorita Elizabeth von R. –Freud- Amorrortu editores


“No he sido psicoterapeuta siempre, sino que me he educado, como otros neuropatólogos, en diagnósticos locales y electroprognosis, y por eso a mí mismo me resulta singular que los historiales clínicos por mí escritos se lean como unas novelas breves, y de ellos esté ausente, por así decir, el sello de seriedad que lleva estampado lo científico. Por eso me tengo que consolar diciendo que la responsable de ese resultado es la naturaleza misma del asunto, más que alguna predilección mía; es que el diagnostico local y las reacciones eléctricas no cumplen mayor papel en el estudio de la histeria, mientras que una exposición en profundidad de los procesos anímicos como la que estamos habituados a recibir del poeta me permite, mediando la aplicación de unas pocas fórmulas psicológicas, obtener una suerte de intelección sobre la marcha de una histeria.

Los psicopetitás, marco teórico inaugural de la a/f/amada psicoanalista La tía Chichita.


Estimados seguidores y seguidoras:

Comenzando el año, quiero remangarme para ofrecerles el cuerpo del marco teórico que sostendrá mis escritos. Sabido es que no puedo incluir todo lo necesario, el NOTODO está en todas partes, pero al menos voy a dejarles una porción, claro que será una porción a medida y proporción de mi amplia teorización, para que vayan penetrando el universo del objeto y la estética psicoanalítica.

Propongo la existencia de tres tipos de objetos.
Sí, así como lo leen, mis estimados colegas. Pero no se preocupen, ni se desalienten, que paso a paso, iremos entrando en LA escalera conceptual ascendente.

Cierto es que tomo por válido el planteo de Lacan acerca del primer objeto. El Petit-á fundacional. O sea que son dos los que invento en mi sabuuarfer, pero además, como corresponde a todo psicoanalista que se nombre como tal, reinvento al Petitá fundacional en mi clínica, clínica de la que he sabido dar cuenta en varios congresos y actividades, como bien saben mis queridos seguidores.

Primero el petit-á del cual Lacan habló largamente y todos nosotros también, citando copiosamente al maestro, así que allí no voy a meterme más que para pedirles que lo lean y lo aprendan, con paciencia y despacito van a ir entendiendo, no paren que sigue y sigue.

En segundo lugar estaría el objeto Petitá, juego homofónico con el primero, objeto petit a lacaniano, ¿ya lo habían descubierto?, lo aclaro de todas maneras ya que siempre el público se renueva, y alguno debe venir en el grupito de los rezagados,-mi teoría es inclusiva, allinclusive, ¡pero no por eso vulgar!, ¡ni proclive a la vulgarización!, sepan que respeta el ánimo oscurantista de mi tribu- ojeto petitá que descubrí en mi posibilidad de lectura a la letra, descubrimiento de mi autoría, del cual soy madre, -no padre- y cuenta con mi firma, ya que nació de mi sabuuuarfer.

Ese Petitá es y no es parte del cuerpo, es y no parte del sujeto, es el borde de TODO agujero. ¿Ahora los visualizan mejor? ¡Qué imagen! ¿No lo logró todavía? Descuide, también de eso se trata, colegas principiantes, de estimularlos a crear variedades de Petitás, no queremos un petitá coagulado, esclerótico, tenemos que inventarlo cada vez para cada quien, ir hasta el unercanté  y regresar victoriosos con el petitá de esa tierra. Logrando desatar un goce deseoso de amor al psicoanálisis, porque dejaremos caer Algranotre, A, y así encontraremos, en el más allá del principio de realidad, nuevos colegas hablando y definiendo a los Petitás.

Y en tercer lugar, como tercer tipo de objeto, sostengo -también de mi total autoría, aun sabiendo que se convertirá en concepto patrimonio mundial- que para los psicoanalistas existiría una subespecie de petitás. 

Los Petitás Psicoanalíticos, objetos que al nacer un colega, al emerger un psicoanalista de algún diván, advendrán con él para ser y convertirse en sus petitás técnicos.

Dichos petitás psicoanalíticos, a los que de aquí en más llamaremos Psicopetitás, dan cuerpo al colega naciente, también lo visten, y acicalan, y poco a poco lo afirman en una estética que de saber leer entre líneas reflejará su ética.

Pero ¿cómo se arriba al advenimiento de esa serie de psicopetitás que acompañarán la carrera del colega yunior?, ¿son los psicopetitás elementos identificatorios a su analista?, ¿son una construcción del análisis, un aprender a sabuaaarfer también con el mundo objetal del psicopetiteo?,¿hay Uno en el universo del psicopetitá?, ¿cómo podemos interpretar la caída en el estereotipo del psicopetitá de algunos colegas?, ¿acaso los psicopetitás son sólo materiales-diván, título enmarcado, pipa, barba, mechitas, vestimenta tipo, biblioteca con la colección verde de amorroto?, ¿o permiten en su definición la inclusión de lo inmaterial? O sea ¿existen psicopetitás inmateriales- y ejemplifico para que puedan seguir conmigo hasta el final: es un psicopetitá el dominio del silencio, el tono de voz, el manejo del estilo interrogativo, la manera de tomar nota, y otros cuantos etcéteras que iremos desentrañando?

Les adelanto que el psicopetitá admite varias consistencias, colores y olores.

Los dejo en compañía de sus reflexiones las próximas dos semanas, y los invito a que ustedes den sus primeros pasos en la construcción de lecturas posibles acerca de las relaciones entre la  estética y la elección de los psicopetitás que han hecho. 
Trabajaré para hacerles visibles los psicopetitás de los grandes psicoanalistas.

Espero que esta columna inaugure el espacio de intercambio.
Hasta la próxima...

Siempre suya,
La tía Chichita

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