¿Abuso de la belleza-parte II?


Tengo un loco e incontenible deseo de asesinar a la belleza 
Tristán Tzara

El libro El abuso de la belleza, de Arthur Danto,  nos ha permitido pensar en lo sublime como categoría. Hacernos preguntas que van y vienen de la estética al psicoanálisis. 
¿Lo sublime es un más allá de la belleza? ¿Debe morir la belleza para llegar a la verdad? ¿En un análisis se trata del asombro de lo sublime?, ¿de la función poética más que de la científica?, ¿de la creación de alguna elegía?

Aquí transcribimos nuevas citas del ensayo de Danto:

El logo de 1930 del Institute for advanced studies de Princeton muestra a dos alegóricas mujeres, una cubierta y la otra desnuda, que llevan por nombre Belleza y Verdad en ese orden, con lo que la ropa probablemente sugiere que la Belleza es la Verdad con vestido puesto. Pág 64

Un comentarista reciente comparó el impacto de Acerca de lo sublime con el de los escritos de Freud en nuestra propia época. Al proponer el sexo como principal motor de la conducta humana, Freud sembró la inquietud y la incertidumbre emocional, dejando a todo el mundo con la sensación de que, en términos de promesa orgásmica, algo faltaba a nuestras pequeñas vidas civilizadas… La belleza es una fuente de placer; pero la sublimidad, en arte y sobre todo en la naturaleza, produce eso que Burke describió como “la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir”. Pero ¿en qué consiste exactamente ese sentimiento? Pág 208

Así pues, una obra de arte sería sublime si suscitara en un sujeto esta completa mixtura de asombro y veneración. Pág 209

El asombro sigue siendo cosa del poeta y no del científico. El científico, si algo hace, es destruir la sublimidad, como cuando Newton, para desesperación de Keats, desentrañó el misterio del arco iris. “La ciencia mata para diseccionar”, replicó con desdén Wordworth. Podría decirse que cuanto más sabemos, menos sentimos. Pág 213

Es posible que haya casos en la que la experiencia de lo sublime tenga el sentimiento del terror como uno de sus componentes, pero no es esencial al concepto del modo en que el asombro sí lo es. Pág 218

Lacan en Langue Lengue


Volver al seminario "La ética de psicoanálisis" de Jacques Lacan nos abrió la ventana a una nueva perspectiva del tema la estética del psicoanálisis. Las citas son el intento de dejarla abierta para algún otro:

“Aquí reside el problema de la sublimación, en tanto creadora de cierto número de formas, entre las cuales el arte no es la única. … Pues esa sublimación, en tanto que creadora de dichos valores socialmente reconocidos, debe ser juzgada en función del problema ético.” Pág 133

“La sublimación que aporta al Trieb una satisfacción diferente de su meta- siempre definida como su meta natural- es precisamente lo que revela la naturaleza propia del Trieb en la medida en que éste no es puramente el instinto, sino en la medida que se relaciona con das Ding como tal, con la Cosa en tanto que ella es diferente del objeto. … Y la fórmula más general que les doy de la sublimación es la siguiente- ella eleva un objeto- y aquí no rehusaré las resonancias de retruécano que puede haber en el uso del término que introduciré- a la dignidad de la Cosa.” Pág 138.

“La sublimación, en efecto, no es lo que piensa el común de la gente, ni se ejerce siempre en el sentido de lo sublime, el cambio de objeto no hace desaparecer, lejos de ello, el objeto sexual- el objeto sexual, acentuado como tal, puede nacer en la sublimación. El juego sexual más crudo puede ser el objeto de una poesía, sin que ésta pierda sin embargo su mira sublimante.” Pág 197.

No siempre va en el sentido de lo sublime, -dice- o sea que a veces sí. ¿Y en las otras sigue la sublimación otro parámetro estético?

Más adelante Lacan avanza en el problema de la sublimación, se encuentra con lo estético y lo bello. Cada vez están más cerca la sublimación y lo sublime. 

Dice:“El bien no es la sola, la verdadera, la única barrera que nos separa de él. ¿Cuál es esa segunda barrera?… La verdadera barrera que detiene al sujeto ante el campo innombrable del deseo radical, en la medida que es el campo de la destrucción absoluta, de la destrucción más allá de la putrefacción es, hablando estrictamente, el fenómeno estético, en la medida en que es identificable con la experiencia de lo bello- lo bello en su irradiación deslumbrante, lo bello del cual se dijo que es el esplendor de lo verdadero. Es, evidentemente, porque lo verdadero no es demasiado bonito de ver que lo bello es, sino su esplendor, al menos, su cobertura. … si el bien constituya la primera red de detención, lo bello constituye la segunda y se le acerca más. Nos detiene, pero también nos indica en qué dirección se encuentra el campo de la destrucción.
En este sentido, que lo bello esté más cerca del mal que del bien para apuntar al centro de la experiencia moral no es, espero, algo que los asombre demasiado. Fue dicho hace mucho tiempo, lo mejor es el enemigo del bien.” Página 262.

¡Otra vez llegando tarde a las preguntas y las respuestas importantes! ¿Lo bello está más cerca del mal que del bien? 

Y más adelante:
“Lo bello en su función singular en relación al deseo no nos engaña, contrariamente a la función del bien. Nos despierta y quizás nos acomode sobre el deseo, en la medida en que él mismo está relacionado con una estructura de señuelo. Ven ya ese lugar, ilustrado por el fantasma. Si hay un al-bien-no-lo-toquen, como decía recién, el fantasma es en la estructura del campo enigmático un no-toquen-lo-bello.” Pág 287-88 

Psicoanálisis estético III: sublimación, sublime, sinthome

Por Mayra Nebril

Es increíble cómo recortar un tema de trabajo – La estética del psicoanálisis, ¿existe?- permite abrir una ventana en libros leídos, e incluso estudiados, que no parecían en un primer momento estar relacionados. 

Una idea - la búsqueda de conexión entre ética y estética- me llevó a revisar el seminario 7 de Lacan, La ética del Psicoanálisis. ¡Fue una sorpresa encontrarme con la cantidad de veces en las que Lacan aborda, indirecta o directamente, la perspectiva de la estética, y lo bello, en conexión con la ética!

Fue un hallazgo descubrir cómo quedaban frente a frente dos conceptos: la sublimación y lo sublime.

La sublimación- de la que Lacan habla, y mucho, en este seminario- y Lo sublime- concepto íntimamente relacionado con la estética, aparecido en el libro Sobre lo sublime de Pseudo-Longino s II AC aprox, y olvidado hasta que en el renacimiento, y especialmente Burke lo retoma y lo vuelve a poner en circulación.

¿Está emparentada la sublimación, con la estética y con lo sublime?

Tal vez, una vez llegados a este punto, es una obviedad, pero hasta hace pocas semanas no estaban tan cerca ambos términos.

Sublimar- con la connotación freudiana y lacaniana- no se encontraba emparentado con Lo sublime, como categoría especial de los hechos estéticos.

La definición de sublime, era para mí, la primera separación operada por el arte para despegarse de la belleza como único valor buscado. Lo sublime distanciaba al arte de la búsqueda de perfección y armonía que hay detrás de la belleza, y alineaba a la sublimidad con el encuentro con el éxtasis, el asombro, la veneración, el entusiasmo, el arrebato, y el miedo. Según palabras de Burke, la sublimidad es “la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir.”

Mientras que la sublimación remitía al concepto freudiano, según el cual sin que operara la represión se cambiaba la meta y el objeto sexual, por unos socialmente aceptados, elevados, y sublimar era también, el aforismo lacaniano tan citado “elevar el objeto a la dignidad de la Cosa”, objetivos, caídos en desuso, de lo que antes se pretendía en un fin de análisis, ¿o no?

Lacan, en el seminario 7, rodea el concepto de sublimación, y arriba, si es que tal palabra puede usarse, a Lo bello-concepto que según entiendo incluye además de la belleza a lo sublime. De hecho es en esta relectura de La ética del psicoanálisis que se acercan y emparentan en mi diccionario sublimación con estética y lo sublime.  Citas del seminario 7

Lacan va abandonando el término sublimación, pocas veces vuelve a trabajarlo luego de este seminario. ¿Cuál es el concepto “heredero” de sublimación? Al tratarse de lo que se obtiene al final de un análisis, podemos preguntarnos si ¿será el término sinthome? El sinthome, para el último Lacan, es la figura del fin de un análisis, un saber hacer. La creación de un cuarto nudo que abre la posibilidad de sostenerse de un nuevo modo, invento en la manera de vivir. Estaría emparentado con la creación, ¿de qué? 
Lacan habla de la escritura como sinthome en Joyce, claro está que no sólo de arte se trata el asunto, ¿entonces?

¿El sinthome sería un hecho estético? ¿Poético? ¿Científico? ¿Sublime? ¿Místico?
En eso estamos trabajando. ¿Ustedes?

Psicoanálisis estético II: el modo de Freud


por Mayra Nebril

Al comenzar a releer algunos de los textos enumerados en el Apéndice: Escritos de Freud que versan predominantemente o en gran parte sobre arte, literatura o estética, -apéndice que figura en el tomo XXI de las obras completas de Freud, Amorrortu editores, página 213- me llamó la atención la forma en la que Sigmund desarrolla los temas que aborda. La manera en la cual al escribir, pone el acento sobre la persona del escritor, más que en sus producciones. Pocos, creo yo, osarían presentar de esta manera un ensayo al día de hoy; entre otros motivos porque el psicoanálisis aplicado no goza de buena salud.

Entonces, ¿podemos afirmar que la estética psicoanalítica ha cambiado?, ¿que la manera de decir del psicoanálisis sobre arte, o el modo de presentar un caso clínico, o la forma de interpretar, o de callar, son diversas a las de Freud?

Desde 1900 a la fecha, la persona del escritor, narrador, autor fue desdoblada, hubo avances teóricos, surgieron disciplinas nuevas, la creación cobró matices singulares, en el arte, en la lingüística, en la semiología, en el psicoanálisis, producción que pesa y cuenta, me dirán y estoy en total acuerdo. Aun así, creo que algún otro se sorprenderá también, frente a párrafos con esta estética:

“Si consideramos, pues, la fantasía de Leonardo con los ojos del psicoanalista, no nos presenta por mucho tiempo una apariencia desconocida; creemos recordar que a menudo, por ejemplo en sueños, hemos hallado algo parecido, de suerte que nos atreveríamos a traducir esta fantasía de su lenguaje privado a palabras comunes y comprensibles. Y bien, la traducción apunta a lo erótico. Cola, “coda”, es uno de los más familiares símbolos y designaciones sustitutivas del miembro viril, no menos en italiano que en otras lenguas; la situación contenida en la fantasía, a saber, que un buitre abriese la boca del niño y se empeñase en hurgarle dentro, corresponde a la representación de un fellatio, un acto sexual en el que el miembro es introducido en la boca de la persona usada. Es bastante raro que esta fantasía posea un carácter enteramente pasivo; por lo demás, recuerda ciertos sueños y fantasías de mujeres u homosexuales pasivos (que desempeñan el papel femenino en el acto sexual).
Más adelante “Cuando Leonardo, en la cúspide de su vida, reencontró aquella sonrisa de beatífico arrobamiento que antaño había jugado en los labios de su madre al acariciarlo, hacía tiempo se encontraba bajo el imperio de una inhibición que le prohibía volver a anhelar nunca tales ternezas de los labios de una mujer. Pero se había hecho pintor, y entonces se empeñó en recrear esa sonrisa con el pincel, estampándola luego en todos sus cuadros.” Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci – 1910 – Amorrortu editores.

A lo largo de este ensayo Freud va armando un rompecabezas, comparable tal vez, con el modo en que en algunos libros el personaje-investigador va arribando a las conclusiones finales. Freud da saltos grandes  alrededor de la figura de Leonardo para poder explicar la teoría que venía naciendo y certificándose con y a partir de él. Es como si lo escucháramos afirmar, casi a los gritos, ¡miren, acá, acá, El Edipo Existe!, ¡y no sólo existe, además es universal!, ¡claro que sí, vean sino a Da Vinci, un grande, y aun así le aplico la teoría y llegamos a buen puerto!

En el escrito sobre Dostoievski 1928, sucede algo parecido, Freud comienza diciendo:

“En la rica personalidad de Dostoievski, uno distinguiría cuatro fachadas: el literato, el neurótico, el pensador ético y el pecador. ¿Cómo orientarse en medio de esa desconcertante complicación?”

Y más adelante sigue: He aquí, pues, la fórmula para Dostoievski: Una persona de disposición bisexual particularmente intensa, que puede defenderse con particular intensidad del vasallaje de un padre particularmente duro. Agregamos este carácter de la bisexualidad a los componentes de su ser ya discernidos. El temprano síntoma de los “ataques de muerte” puede comprenderse entonces como una identificación-padre del yo, consentida por el superyó a modo de castigo. “Tú has querido matar a tu padre para ser tú mismo el padre. Ahora eres el padre, pero el padre muerto”: el mecanismo habitual de los síntomas histéricos.” Pág 183 Dostoievski y el parricidio Amorrortu editores.

Se nota tanto el gesto fundacional en las frases, como la novedad que esas afirmaciones implicaban para la época. Quizás hoy estén- sino vaciadas de sentido-, mancilladas en la vulgarización que la teoría psicoanalítica ha sufrido. Por eso, supongo, que a lo mismo le damos nuevas formas, variantes estéticas en su presentación para que vuelvan a sacudirnos y a sorprendernos. En el artículo anterior sobre Psicoanálisis estético, transcribía una definición de  estética: lo relativo a lo bello o artístico, susceptible de percibirse por los sentidos, facultad de percepción por los sentidos, yo percibo, yo comprendo. Una estética tabula una manera de percibir a través de los sentidos, en definitiva de ¿sentir? Me preguntaba en qué podríamos notar el cambio estético en el psicoanálisis. ¿En el modo de decir y callar- de psicoanalistas y también de analizantes? ¿O en la forma de percibir a través de los sentidos? ¿De sentir? ¿La ira, por ejemplo, se siente distinta en 1900-época freudiana- que en 1960- lacaniana- que en la actualidad? ¿Ha cambiado la forma de leer, de interpretar?

¿Interpretamos distinto? Creo que sí. Hoy vemos el Edipo en todas partes, los pacientes llegan diciendo que tienen “un problema edípico grande”, o “mi narcisismo está desestabilizado”, o algo por el estilo, o sea, ya a nadie le asusta, a casi nadie le sorprende, ¿nada? Debemos desmontar el Edipo rey de Sófocles, y el de Freud, para que aparezca, con suerte, presentificado y vívido el de alguien, y nos asombre, y nos espante. Para que el psicoanálisis siga siendo subversivo, siga viviendo y conmoviendo de la misma manera que sucedía en tiempos inaugurales, cambiamos las formas. ¡Tantas veces tenemos que matar el contenido del cuentito Edipo para que aparezca en el discurso lo que vive y lucha!

Comienzo a pensar que esos son los momentos estéticos de un análisis, los instantes en los que lo mismo de siempre, nos vuelve a sacudir la modorra, y nos asombra. 

Páginas vistas