Volver al seminario "La ética de psicoanálisis" de Jacques Lacan nos abrió la ventana a una nueva perspectiva del tema la estética del psicoanálisis. Las citas son el intento de dejarla abierta para algún otro:
“Aquí
reside el problema de la sublimación, en tanto creadora de cierto número de
formas, entre las cuales el arte no es la única. … Pues esa sublimación, en
tanto que creadora de dichos valores socialmente reconocidos, debe ser juzgada
en función del problema ético.” Pág 133
“La
sublimación que aporta al Trieb una satisfacción diferente de su meta- siempre
definida como su meta natural- es precisamente lo que revela la naturaleza propia
del Trieb en la medida en que éste no es puramente el instinto, sino en la
medida que se relaciona con das Ding como tal, con la Cosa en tanto que ella es
diferente del objeto. … Y la fórmula más general que les doy de la sublimación
es la siguiente- ella eleva un objeto- y aquí no rehusaré las resonancias de
retruécano que puede haber en el uso del término que introduciré- a la dignidad
de la Cosa.” Pág 138.
“La
sublimación, en efecto, no es lo que piensa el común de la gente, ni se ejerce
siempre en el sentido de lo sublime, el cambio de objeto no hace desaparecer,
lejos de ello, el objeto sexual- el objeto sexual, acentuado como tal, puede
nacer en la sublimación. El juego sexual más crudo puede ser el objeto de una
poesía, sin que ésta pierda sin embargo su mira sublimante.” Pág 197.
No
siempre va en el sentido de lo sublime, -dice- o sea que a veces sí. ¿Y en las
otras sigue la sublimación otro parámetro estético?
Más
adelante Lacan avanza en el problema de la sublimación, se encuentra con lo
estético y lo bello. Cada vez están más cerca la sublimación y lo sublime.
Dice:“El
bien no es la sola, la verdadera, la única barrera que nos separa de él. ¿Cuál
es esa segunda barrera?… La verdadera barrera que detiene al sujeto ante el
campo innombrable del deseo radical, en la medida que es el campo de la
destrucción absoluta, de la destrucción más allá de la putrefacción es,
hablando estrictamente, el fenómeno estético, en la medida en que es
identificable con la experiencia de lo bello- lo bello en su irradiación
deslumbrante, lo bello del cual se dijo que es el esplendor de lo verdadero.
Es, evidentemente, porque lo verdadero no es demasiado bonito de ver que lo
bello es, sino su esplendor, al menos, su cobertura. … si el bien constituya la
primera red de detención, lo bello constituye la segunda y se le acerca más.
Nos detiene, pero también nos indica en qué dirección se encuentra el campo de
la destrucción.
En
este sentido, que lo bello esté más cerca del mal que del bien para apuntar al
centro de la experiencia moral no es, espero, algo que los asombre demasiado.
Fue dicho hace mucho tiempo, lo mejor es el enemigo del bien.” Página 262.
¡Otra
vez llegando tarde a las preguntas y las respuestas importantes! ¿Lo bello está
más cerca del mal que del bien?
Y más adelante:
“Lo
bello en su función singular en relación al deseo no nos engaña, contrariamente
a la función del bien. Nos despierta y quizás nos acomode sobre el deseo, en la
medida en que él mismo está relacionado con una estructura de señuelo. Ven ya
ese lugar, ilustrado por el fantasma. Si hay un al-bien-no-lo-toquen, como decía recién, el fantasma es en la
estructura del campo enigmático un no-toquen-lo-bello.”
Pág 287-88
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