Mesas de luz - Setiembre - 2012

Paola     



Tratando de impedir que Jane Austen quedara patas arriba y con las enaguas a la altura de la cintura, DW Lawrence se torciera el cuello por el peso de ésta al caer sobre su cabeza, Alicia no pudiera seguir al conejo porque Faulkner, al recibir un empujón, cayera tapando el agujero de la madriguera, o lo que es peor, se rompiera el espejo o alguna otra desgracia, consecuencia  del desmoronamiento de la alta torre que hace equilibrio sobre mi mesa de luz, inauguré una extensión de la misma. Se trata de una bolsa de nylon grueso con manijas de plástico muy resistentes que llegó a mí, proveniente de la vecina orilla, conteniendo el libro Soñar con Freud.

Las ventajas de la bolsa plástica que lleva impreso, en ambos lados: Cúspide Libros, han sido  notables. Además de permitirme seguir acumulando libros, sin el riesgo de lesiones por caída de la pila, lo  más destacable es su movilidad. Estando siempre lista para llevar, me evita tener que pensar todos los días qué libros llevo conmigo cuando salgo de casa. Para aquellos que son curiosos, diré que la bendita bolsa pesa ya 3kg.

Están entonces en la Cúspide en este húmedo agosto: 

La revista Litoral 18/19 (abril 1995): La implantación del significante en el cuerpo, especialmente el artículo "Hablar a los muros" de Mayette Viltard que ha sido y es de gran ayuda para persistir, en la lectura del Seminario IX La Identificación, de Jaques Lacan. 

También en la Cúspide el Seminario XXIV L’insu de Jaques Lacan, al que fui llevada a causa del libro ¿Qué lee un analista? de Isidoro Vegh, del que, cada tanto, también releo algunos párrafos.

Venía a  buen ritmo en la lectura  de ambos seminarios hasta que llegaron a la Cúspide Mario Levrero con La Novela Luminosa y Cristina Peri Rossi con El amor es una droga dura.

Las primeras diez páginas de La Novela Luminosa trajeron consigo la idea de comenzar un diario de lectura, me entusiasmé verdaderamente y compré un block especialmente destinado a ello que, por supuesto, ya tiene su lugar en la Cúspide. 

A veces me pregunto qué relación llegarán a establecer entre sí todos estos textos. Pero, me digo, aún no es tiempo de responder, más bien es tiempo de dejar avanzar el trabajo de la lectura. 

A veces pienso que existe un secreto nexo entre todos ellos que sólo la lectura es capaz de escribir.


  Cecilia

Pasamos un buen rato sin escribir nuestras mesas de luz, y en ese tiempo constato que la mía ha tenido gran movimiento. El abandonar el auto y empezar a utilizar el viejo y querido medio de transporte colectivo (¿sabían que ómnibus significa "para todos" en latín?) para ir a trabajar, redundó en una hora de lectura más por día. Leí libros enteros en el ómnibus; por ejemplo el de Matías Paparamborda, de editorial HUM, El luchador invisible, que me hizo lagrimear bastante -lo conozco a Matías, compartimos infancia en el mismo complejo habitacional; su novela es bien autoreferencial y habla del duelo por su padre, que tenía un taller de reparación de aparatos eléctricos en el complejo, al que a mí me mandaban mis padres a llevar a arreglar cosas de casa que no funcionaban (en la vetusta época en que las cosas se mandaban a arreglar cuando se rompían): "andá a lo de Paparamborda, llevale esto y decile..." (¡cómo los padres agarran de mandaderos a los hijos!, ¿de ahí habrá salido el "nos tienen de hijos"?, pero yo me alegro porque de lo contrario no hubiera conocido a tanto personaje entrañable, como al del quiosquito de la esquina, al que me mandaban por los puchos; íbamos con mi amiga Vivi y nos quedábamos horas de conversa... perdón, me fui, ...mejor vuelvo), por lo que a sus contenidos literarios, se sumaban mis recuerdos afectivos; consecuencia: pasé vergüenza mientras duró la lectura del libro, tratando de atemperar el lagrimerío y no salpicar a mi acompañante de turno, confieso que sin mucho éxito; ante lo inevitable, me consolé pensando que si estaba en el "para todos", nos mojamo' todos, nos mojamo' y ¡¿cuál es el problema?!).

También leí en medio del run run, y al solcito, el de Cristina Peri Rossi, La tarde del dinosaurio, que me prestó Eli, y partes del de un joven escritor argentino, Ignacio Molina, Los modos de ganarse la vida, que me hice traer de la otra orilla por una compañera de trabajo. El de Cristina me gustó mucho. El de Ignacio no. Sobre gustos...

También alterné entre el vehículo "para todos" y el escritorio "para mí solita" , lecturas y relecturas teóricas: Poética del psicoanálisis, de Rosario Herrera Guido (ese lo voy a seguir paseando un buen tiempo más, intento hacer un trabajo basado en ese texto) y a Barthes en El susurro del lenguaje y en El grado cero de la escritura, así como a Eagleton en Una introducción a la teoría literaria, y a Genette en Figuras III. Para mi artículo sobre "la escritura", que me dio un trabajo bárbaro, necesité leerlos con cierto (apasionado) detenimiento. Tienen mucho para decir, mucha sacudida para dar a las naturalizaciones que hacemos de ciertas cuestiones (al menos yo sentí varias cachetadas que me dejaron las mejillas coloradas). Recomiendo mucho, mucho, a quienes andan por los derroteros de las figuras retóricas (en especial metáfora y metonimia) una lectura del capítulo "La retórica limitada" del libro de Genette. Discute, por ejemplo, la sobreutilización del término metáfora, cuando muchas veces se trata de metonimias (y muestra esos usos desviados, por ejemplo en Jakobson y en Lacan), para decir que la metáfora se ha convertido en "la figura de figuras", la diosa indiscutida de la retórica, pero que eso responde a la historia de una limitación. Se los super recomiendo, a todos los que anden interesados en estos vericuetos del lenguaje. ¿Ya les dije que se los recomendaba? Pero, ¿lo hice con las dos manos?

Ah, y por último, empecé a leer el librito de Sofi Richero que me compré el domingo en la feria de Tristán Narvaja, Limonada. Me lo compré porque en un trabajo de Matías Núñez Fernández "Ejercicios de perspectiva del yo y discurso autoficcional en la literatura uruguaya a partir de Mario Levrero" que está en la Revista de la Biblioteca Nacional número 4/5 Escrituras del yo, lo analiza junto con la obra "autoficcional" de Levrero. Es un librito finito, que arranca sin mayúscula, como a mí me gusta (como si fuera parte de otro discurso ya empezado antes, y con la misma importancia) y es todo el texto, hasta donde llevo leído, una gran oración. Me está encantando. Me da mucha ternura la voz narrativa. Ya les contaré, porque probablemente de algo de esto hable en los talleres presenciales que estamos imaginando para noviembre. Ups, ¿no tenía que decirlo todavía? Perdón, ya lo dije. Se me escapó.


Mayra       

¿Qué estoy leyendo en este momento?

Lo primero que quiero comentar es que luego de repetir en las últimas tres mesas de luz que andaba batallando con el seminario La lógica del fantasma, puedo celebrar que lo he terminado. Sí. ¡Aleluya! 

En lo que a placer refiere, Levrero ha ganado varios puestos en el ranking, me divierto releyendo El discurso vacío, y cada vez que vuelvo a sumergirme en ese texto me pregunto por qué no se me ocurrió a mí primero esa idea, ¡genial! Ocurrencia que le tira varias piolas al psicoanálisis, tomo una de esas puntas y la desenrollo preparando el taller acerca de Mario Levrero de noviembre. Desespero otras noches siguiéndolo en su novela El lugar. Ay Marito, hasta sueños me has provocado con tu deambular errante. 

Intento teorizar algunas cuestiones con Harari en Polifonías del arte, un regalo que recibí hace un tiempo y que hoy me abre las puertas de par en par. Lo entrañable de Mariel Alderete y una revista de la Sociedad de profesores de Español del Uruguay cuyo eje de trabajo es la representación del discurso ajeno, de Authier- Revuz.

Por último, en cada ratito libre leo guías de viaje, de dos ciudades de las que seré visitante en los próximos días, París y Praga. La tierra de Lacan y de Kundera, dos de mis maestros. Cuánta emoción. ¿Qué palabra existe además para definir la expectativa desmedida y desbordada?


  Elianna

Los meses del año han venido cargados de aconteceres distintos, nuevos, inesperados, intensos. Estas mismas percepciones se traducen en los variados materiales que he estado leyendo últimamente: cocina y nutrición, pedagogía social y literatura, propiamente dicha, son algunos de los temas.

Es imperioso aprender a aprovechar el hierro de los alimentos, así que he recibido donaciones de libros y revistas sobre cómo combinar inteligentemente los ingredientes para que el plato sea nutritivo, saludable y provechoso. También, y por las mismas razones que esta que acabo de contar, en mi mesa de luz pernocta hace días un clásico de la literatura obstétrica que me prestaron: El parto sin dolor, del Doctor Sacchi.

Para los momentos literarios, tengo una batería de libros que he ido leyendo de a poco: Solitario de amor, de Cristina Peri Rossi; Nick Carter, de Mario Levrero; La ley de la ferocidad, de Pablo Ramos. Para preparar mi artículo sobre La escritura, por ahora he decidido retomar La loca de la casa, de Rosa Montero, y también La ciencia de la escritura, de Armando Petrucci. Asimismo, leer La letra interrogada, de Patricia Leyack, que me prestó Mayra, ha sido un enorme placer.

Mi última adquisición es Intro, el libro de poemas de Fernando Cabrera. Una joya, para los que amamos sus letras.

También me gustaría agregar que hace pocos días recibí un nuevo ejemplar de la revista cultural El Boulevard, de distribución gratuita, que tiene algunas columnas, como La columna puntiaguda de Javier Zubillaga, con las que me divierto muchísimo. Es un ejemplar de distribución gratuita, ¡los invito a que lo conozcan! (www.elboulevard.com.uy)

Para estos últimos días he estado leyendo atentamente el último libro de Silvia Duschastzky y Diego Sztulwark, Imágenes de lo no escolar, y también algunas fotocopias de capítulos de libros y otras publicaciones suyas. Una manera innovadora y creativa de mirar la educación, de entender los problemas que se suceden en la escuela, de pensar la función de la educación formal en estos tiempos. Muy interesante, sobre todo después de haber tenido la posibilidad de conversar con la propia Silvia en el Aula donde trabajo, y discutir algunas prácticas educativas bien cotidianas y, asimismo, tan necesariamente discutibles, repensables.

Por último, pero para nada menos importante, después de haber terminado de corregir, junto con Mayra, la totalidad de su novela La orfandad de la araña, en estos días comencé con su último gran libro, del que no les doy más datos por ahora, así generamos un poco de suspenso…


12 de setiembre de 2012


Aquí las mesas de luz de julio, nuestras y vuestras.


Ustedes lectores       



Leyendo, lo que se dice leyendo nada, coqueteo antes del sueño con la Biografía de Susana Soca, a veces y solo a veces le doy una leidita a Faucoult .Juan el fiel de Grimm, algún cuento que otros de hadas y por siempre la amada bruja Berta o Winnie que siempre me pone de ben humor me acompañan fieles.
Mi amigo Andres quiso volver a rescatarme cuando comprendió que el Sueño del Celta no me motivaba x mas nobel que fuera y me ofreció su librería, casi agarro a Auster pero no, deje que me embaucara con Munro una canadiense primera edición al castellano pero sin efecto, seguiré estudiando Pedagogía social y otros de esa índole pero de leer lo que yo entiendo por leer nada.


Voy escribiendo a medida que leo, si no se me olvidan los comentarios.
Soy una lectora de blog inconstante, pero aquí estoy. No son tan buena lectora como ustedes, pero les robo ideas para futuras lecturas. Hace un tiempo alguien comentó de Pamuk y leí Nieve. Bien, no sé si escribe bien (no soy buena lectora y por lo tanto peor crítica), pero se deja leer a buen ritmo, entretenido, lo que para mí es suficiente :-) Ahora vi a Levrero, nunca leí nada, terrible ya sé, lo anoto como primero en mi lista de pendientes.
Ceci ¿el auto sigue en reparaciones? No conocía el origen de ómnibus, muy interesante. Cristina Peri Rossi no sé quien es ... ahora hago una investigación internética :-S
Últimamente he leído mucho de Carlos María Domínguez ¿les gusta? El último fue un regalo: Tres muescas en mi carabina. Me resulta interesante y también muy agradable de leer.
Es todo por hoy.
Saludos y nos leemos ;-)


ana, qué bueno tenerte por acá!! qué bueno!! Con Levrero vamos a hacer unos talleres, uno por semana, en noviembre. Hay dos Levreros: el de la literatura más "fantástica" (a él no le gustaba que se refirieran así a su literatura que para él era tan realista como cualquier cosa, porque las fantasías ¿acaso no son realidades para el que las vive?) y el más autobiográfico (aunque este término es problemático). A mí me gusta mucho más este último. Si querés, probá los dos. Te sugeriría alguno de sus libros de cuentos para el fantástico, como "Dejen todo en mis manos" o "La máquina de pensar en Gladys" y para el autobiográfico, tenés tres textos que en verdad son como uno: "Diario de un canalla" (este no se consigue acá), "El discurso vacío" y su novela póstuma "La novela luminosa". Yo empecé por este último y es genial. Resulta exasperantemente obse, por momentos, pero por otros da una ternura bárbara. Yo lo quiero a Levrero. Pero probá y ves. De Carlos María Domínguez leí solo "La casa de papel", que me había gustado, me acuerdo. De Pamuk no leí nada, es Mayra la conocedora. Capaz que ella te cuenta algo más.
Yo de Cristina Peri Rossi había trabajado algún poema, nomás, en facultad, pero Eli heredó de una amiga que perdió este año, un montón de textos de narrativa, y nos los prestó a las demás. Está muy buena su literatura. Es uruguaya pero vive en españa. Es muy buena.
Besos y nos seguimos leyendo, ta?


Hola Analía! Qué alegría saber que te llevaste la idea de leer a Pamuk de esta sección. A mí el libro de él que más me ha gustado es El libro Negro, una novela intensa a la que cuesta tomarle el pulso, pero una vez que se agarra esa ruta es generosa en acercar un universo con un estilo muy peculiar que despierta asociaciones interesantes. El verano pasado leí Tres muescas en mi carabina, y sí, me resultó amena, ágil. Ahora estoy redescubriendo a Kafka. Recién terminé La madriguera y veo la influencia de este hombre en muchos otros autores que leo. Gracias por tu comentario y mantenenos al tanto de tus lecturas que nosotras también vamos haciendo listas para el verano!!!


Elianna. Tu prima es Nutricionista. Cuando necesites, lo que necesites...a las órdenes. Un abrazo


¡¡¡Gracias, prima!!! ¡¡¡Qué lindo contar contigo también desde estos lugares!!! ela.

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