por Elianna Pascual
«… Las sociedades “reescriben”, así sea inconscientemente, todas las obras literarias que leen. Más aún, leer equivale siempre a “reescribir”. Ninguna obra, ni la evaluación que en alguna época se haga de ella pueden, sin más ni más, llegar a nuevos grupos humanos sin experimentar cambios que quizá las hagan irreconocibles. Esta es una de las razones por la cual lo que se considera como literatura sufre una notoria inestabilidad.» Terry Eagleton, Una introducción a la teoría literaria
«El mío es
un trabajo que dice algo sobre algo de otro.» Saul
Steinberg, Reflejos y sombras
Las palabras
del fabuloso caricaturista nos ayudan a condensar, como poesía, el querer
sentir de este texto. Porque, de alguna manera, escribir también es decir algo
sobre algo de otro. Escribir es una forma de decir, y leer es una forma de
decir, de redecir, de reescribir. Intentaremos, a continuación, jugar con
algunas palabras ajenas y algunas sensaciones propias, para continuar
rediciendo.
Al
proponerme escribir este artículo he empezado varias veces y por distintos
lugares. Escritura, lo que se dice escritura, es un tema demasiado amplio para
decirlo en pocas palabras. Podría haber elegido hacer una reseña histórica
sobre el origen de la escritura y una reflexión antropológica acerca de los
cambios que ella ha impulsado en las distintas sociedades, o su evolución hasta
el día de hoy. En ese caso, claro está, lo literario propiamente dicho quedaría
a un lado. ¿O no? ¿Acaso no podríamos preguntarnos sobre las distintas maneras
de leer las obras literarias que han experimentado los hombres? Acaso podríamos
evocar a Homero, a Cervantes o a Shakespeare, tres intachables de la literatura,
y rápidamente podríamos inferir que la forma en que han sido interpretados a lo
largo del tiempo no es la misma. ¿Es plausible estudiar las formas en que cada
época histórica ha leído a sus grandes escritores? ¿Es esto también literatura?
Podemos ensayar intentos, pero ante todo alcanza con que tengamos presente el
cambio de perspectiva. Elocuentes son las palabras de Eagleton, a este
respecto: «El que siempre interpretemos las obras literarias, hasta cierto
punto, a través de lo que nos preocupa o interesa (es un hecho que en cierta
forma “lo que nos preocupa o interesa” nos incapacita para obrar de otra
forma), quizá explique por qué ciertas obras literarias parecen conservar su
valor a través de los siglos. […] “Nuestro” Homero no es idéntico al Homero de
la Edad Media, y “nuestro” Shakespeare no es igual al de sus contemporáneos.» Y
es que la lectura de un texto responde estrechamente a la ideología de la
sociedad que lo lee, como este autor señala en su primer capítulo del libro Una introducción a la teoría literaria. Hay
maneras de escribir y maneras de leer, y la combinatoria, cuando estamos ante
textos valiosos, es inabarcable (lo cual, a su vez, hace que los textos sean,
creo modestamente, potencialmente más valiosos, aún). Me gustó mucho la idea
que propone Eagleton de que leer es reescribir, sin duda ambas prácticas, la de
la escritura y la de la lectura-reescritura, están intrínsecamente
entrelazadas.
También me
gustó mucho la forma en que Cecilia abarcó la discusión sobre qué es literatura
y qué no lo es, en su sesudo artículo Esto
es una escritura (no una pipa).
En cuanto a
la crítica literaria, quizás es bueno escuchar a los que han leído antes que
uno, seguramente sus opiniones son muy valiosas, pero, como dice Eagleton, los
juicios de valor que constituyen la literatura son históricamente variables, y
se relacionan estrechamente con las ideologías sociales. No debemos perder de
vista que la crítica literaria también responde a factores ideológicos de cada
época, y eso sin lugar a dudas
condiciona las lecturas y relecturas que se hagan de un texto. («La
estructura de poder (oculta en gran parte) que da forma y cimientos a la
enunciación de un hecho constituye parte de lo que se quiere decir con el
término “ideología”.» Eagleton, op. cit.)
O bien, quizás
algo similar dijo, con palabras más sencillas, García Márquez: «… La manía
interpretativa termina por ser a la larga una nueva forma de ficción que a
veces encalla en el disparate.» (La
poesía, al alcance de los niños. 1981)
En cuanto a
la legitimidad de la lectura psicoanalítica que podamos hacer de un texto, yo
creo que todas las perspectivas son válidas si el análisis es sobre el texto escrito.
En este sentido, podemos intentar ponernos de acuerdo acerca del siglo en que
fue escrita La Ilíada, imaginarnos la vida en la Grecia Antigua; podemos
intentar psicoanalizar a Don Quijote; podemos
mirar a Madame Bovary con los ojos de la sociolingüística. Me parece que esas
miradas suman a la lista de preguntas y respuestas que nos podamos hacer sobre
un texto, en tanto texto como universo en sí mismo, y quizás esa lista de
reflexiones tiene mucho que aportarle a la literatura. Del mismo modo, el
análisis literario de una crónica de los llamados viajes de descubrimientos
tendrá puntas útiles a los historiadores y a los cartógrafos. Ahora bien,
prefiero quedarme con la posición de que el campo de la literatura abarca la
obra y no al autor, en este sentido la interpretación psicoanalítica sería válida
para el yo lírico de Horacio, pero no para Horacio; para el narrador del Quijote,
pero no para Cervantes; para las múltiples voces que aparecen más o menos
solapadamente en Madame Bovary, pero no para Flaubert.
Creo que el
estudiar exhaustivamente las condiciones en que una obra literaria fue escrita,
las características de su autor, la condiciones sociales en que se desarrolló
el texto y aun la manera en que ha sido leído a lo largo de las épocas, son
modos que forman la trama de un campo de estudio absolutamente razonable y legítimo;
pero no necesariamente tiene por qué coincidir con el de la literatura. En
cambio, el decir estrictamente sobre lo escrito, el escribir sobre la
lectura–reescritura de los textos cuidadosamente escritos, eso podría llamarse
literatura y en ese sentido podemos decir que la literatura se escribe a sí
misma permanentemente.
Podemos intentar leer a un autor desde su contexto socio histórico político pero quien nos garantiza de que nuestro propio paradigma no "lo lea" e interprete, no los juzgue.Por mi parte algunas veces me gusta contextuarlos y otras no, pero generalmente si,y mas cuando es un autor que me interesa el saber donde y como vive o vivió me sumerge en su mundo.
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