Parte 2 Por Mayra Nebril
-Si yo me río, usted se ríe conmigo,
pero cuando yo
empiece a llorar, ¿usted
también me va a acompañar?, dijo divertido
un analizante a su analista.
también me va a acompañar?, dijo divertido
un analizante a su analista.
Una tarde una compañera de
consultorio me hizo la siguiente apreciación: ¡cómo te reíste en la consulta! Debo
aclarar que mis carcajadas son audibles desde lejos cuando algo me da risa de
verdad, y ese había sido el caso. Su afirmación me dejó pensando, de hecho me
acercó varias preguntas que me permitieron recortar el humor en el consultorio
como un tema en el que hacer foco. ¿Hay consultorios más divertidos que otros? ¿Hay analistas más permeables a los chistes que otros? La risa, ¿puede ser un
recurso clínico, o no?
Me di cuenta entonces de que la risa
es la única emoción a la que cedemos estando en el lugar de escucha, ¿será esta
afirmación cierta para todos los analistas? No cedemos al enojo, ni al llanto, ni
a la curiosidad social, ni a la excitación sexual; en cambio con la risa acompañamos
a nuestros analizantes hasta las carcajadas sin considerarlo un error técnico -al menos ese es mi planteo- , ¿por qué?
A veces -dirán ustedes, y claro
que estoy de acuerdo-, hay veces que no los acompañamos, hay veces que la risa
se enfrenta con un muro de silencio u otras en las que nos reímos de lo dicho
por el analizante para que él se escuche con otra fuerza; pero hay
oportunidades en que es la risa conjunta
el lugar de encuentro posible, o incluso el punto de partida para un
tratamiento, siendo el llanto la tierra prometida a la que con
esfuerzo arribaremos. O sea, partimos de la comedia para intentar arribar a la
tragedia.
Sé también que hay analizantes que son buenísimos
contadores de chistes y que, como bien señala Freud en El chiste y su relación con lo inconsciente en lugar de contarnos
un sueño, formulan un chiste que nos deja cerca elementos que veníamos buscando;
nosotros nos reímos porque nos tentamos -¡qué palabra!- y nos carcajeamos de lo
dicho. Pero los analistas sabemos que no estamos ahí para ceder a las tentaciones.
¿Qué pasa entonces con la risa? ¿Por qué cedemos a esa tentación?
El llanto está más cerca de la
persona, el enojo y la excitación sexual también, lo toman al sujeto totalmente; en cambio con la risa, si bien implica al cuerpo también -de hecho los
estertores de las carcajadas parecen convulsiones-, hay una terceridad implicada
en el humor. En el humor hay una separación, una distancia, que nos
despega de la identificación.
Es la comicidad una construcción que
involucra al otro, un estado al que ambas partes llegan o, si no, resultó fallido.
Además en el humor inciden los contextos que dan cuerpo al encuentro, a lo
cultural, a la actualidad, lo a priori del lazo que vincula a los dos
participantes, de hecho sin ellos no nos resulta cómico un chiste.
En el humor en sesión está
implicada la historia de las sesiones anteriores, la comicidad sería un invento
de ese análisis, un constructo que operaría para esa dupla analizante-analista
con las peculiaridades únicas de ese encuentro que convirtió al humor en recurso
de ese tratamiento. Además no es lo mismo la ironía que el humor negro, la
sátira, el chiste, o cada uno de los matices que tiene el humor y que se abrirán
o no como posibilidad para determinado análisis, dependiendo
también -supongo- del sentido del humor del que disponga ese analista.
Muchas son
las interrogantes que este tema tiene leudando en la cocina de mi práctica
analítica. Y no tengo respuestas acabadas. Tal vez alguno de ustedes quiera
compartir sus interrogantes o apreciaciones acerca de la risa y el humor en
sesión.
De tragedia a comedia o de comedia a tragedia? De ida y vuelta varias veces. Es involucrarse sin tentarse? Tentarse sin ceder? Acercarse en experiencias compartidas. También la risa me parece señal de inteligencia en la mayoría de los casos. Una persona sin humor!!! Por Dios bien lejos...Cómo en la pareja, no?
ResponderEliminarRaque! Vos gestaste este artículo con tu apreciación ¡cómo te reíste en consulta! vos tenías que ser quien inaugurara los comentarios.
ResponderEliminarLa cuestión de que para la risa usemos la palabra tentarnos me parece muy significativo, primero porque recorta lo difícil que resulta no ceder a la tentación, y segundo, porque es justamente un lujo que a veces utilizamos, del que disponemos y el cual nos permitimos en consulta. ¿Cedemos a la tentación?, no deja de resultarme fuerte la pregunta.
Excelente el tema y la columna. Solo un matiz: no estoy del todo de acuerdo con que el humor es la unica emoción a la que cedemos dentro del marco analítico. Quizá, eso si, de las manifestaciones de puro humor, sea la más ruidosa. No habría peor analista que uno que no pudiera mostrar emociones. El problema es el "filtro" que a veces precisamos, que ayuda a diferentes pacientes a cuestionarse sobre toda la gama de sentimientos respecto a una situación. Un "analista" a mi modo de ver debe poder manejar sus emociones de tal manera que posibilite la emergencia de aquellas emociones no reconocidas o no desarrolladas por determinado paciente.
ResponderEliminarEl punto controvertido es que muchas veces debemos procesar emociones antes de devolverlas o espejarlas, y que a veces no hay que devolver nada justamente para que determinado paciente pueda trabajar sin interferencias las suyas. Pero esto no significa no manifestar nunca nada.
Por otra parte, más de una vez debemos filtrar una carcajada también.
Quien haya estado en analisis suficiente tiempo sabrá de detectar minimos cambios en el humor de un analista, sea por las palabras, el ritmo, el silencio, etc. Y cuan importantes son estas puntuaciones en cuanto a la emergencia de nuevos sentidos.
Te agradezco mucho el comentario. De hecho estoy de acuerdo con el matiz que planteás, incluso con la necesidad, en ciertas oportunidades, de filtrar una carcajada, ¡con lo difícil que eso es! Y me gusta también esta última frase en la que aclarás que alguien que haya estado en análisis-suficiente tiempo- sabe del humor del analista, lo detecta, y hace de eso -tal vez- emergencia de nuevos sentidos. ¿Qué ventanas se abrirán y en torno a qué sentidos? Es un tema interesantísimo.
ResponderEliminarQuisiera saber cuál es el motivo de que la palabra analista aparezca entre comillas.
Ojalá vuelvas a visitarnos y sigamos de tertulia! Mayra
Excelente! En esta segunda parte reconozco a la amiga y a la analista, así como sus carcajadas! Para seguir tertuliando: también hay pacientes cuyo dramatismo consiste en reír cada llanto, en no poder mostrar enojo, tristeza, dolor u excitación, sino bajo la forma de una eterna sonrisa. Por cierto que no llamaría a eso humor, pero a veces se confunde con él. Me siento muy lejos de una analista que no dé cuenta de sus emociones, porque creo que ellas están, aunque sea en las mínimas señales: en el tono de la voz, la media sonrisa, el volumen de la voz, un movimiento en el diván y por supuesto, quizás de manera más visible, en la risa compartida. La seguimos! Natalia.
ResponderEliminarDe hecho leyéndote me puse a pensar que esas mínimas señales de las que escribís, en el arranque de un tratamiento, no son tan mínimas. El analista abre la puerta la primera vez y es ESE y no otro, y habla de ESA manera y no de otra, con ESA voz,y no con otra, etc etc, luego a lo largo del análisis se naturalizará esa presencia al punto de hacerse invisible, hasta que acontece uno de esos momentos privilegiados en los que se recorta otra vez la presencia del analista. Me pregunto si el humor, a veces opera en este sentido.
EliminarLapsus: hablando de mí como analista, puse "un movimiento en el diván", creo que es ineludible, como leí en el comentario anterior, la urdimbre con nuestros propios análisis! Natalia.
ResponderEliminarQué nunca falten los lapsus! Qué alegría tu visita, Naty, tus comentarios me dieron ángulos nuevos para reflexionar mis preguntas sobre el humor. Mayra
EliminarMe encanto el tema para iniciar este año.
ResponderEliminarPienso y siento que el humor en el análisis es parte del acto analítico. Permite una apertura hacia los sentimientos y los laberintos en que andamos. Es dentro de ese contexto y relación. Grandes descubrimientos han surgido luego de un chiste o una risa, es insustituible! Cómo sería la vida sin humor, sin poder tener la capacidad de reírnos de nosotros mismos, y quién nos puede comprender más en este aspecto que el o la analista. Un abrazo. Ana Inés Crosa.
Estoy muy de acuerdo contigo, Ana, el humor tiene algo de insustituible!
EliminarY tal vez por ese mismo motivo se me ocurrió abrir la pregunta de si tal afirmación es válida en todos los consultorios. Ya que sin lugar a dudas, el humor no ocupa el mismo lugar en la vida de todos los seres humanos- entre los que incluyo a analistas y pacientes. ajajaja. Por las dudas! Y depende de los involucrados lo que sucederá, de hecho hay tratamientos que se llevan de principio a fin casi que sin una gota de humor, ¿no? Y son difíciles de transitar. Seguimos la tertulia. Gracias, Mayra
Me uno a esta tertulia y con qué entusiasmo!
EliminarMe quedé pensando eso que dice Ana, que el humor es parte del acto analítico, el humor es el del orden del acto,es cierto! porque hay carcajadas, risas y sonrisas, estas dos últimas quizá se puedan silenciar o filtrar, pero la carcajada que irrumpe como acontecimiento, es del orden del acto, responde a otro orden, y quizá -estoy pensándolo ahora- es señal del comienzo de un tiempo lógico distinto.
Lo sigo pensando...
Gracias Ana, gracias Mayra
Paola