El lugar común

por Elianna Pascual

Seguro es por deformación profesional, a los profes nos encanta cerrar cada año llegando a estas conclusiones que, a decir verdad, no porque una las piense dejan de recalar en el primer lugar de los lugares comunes, en el metalugar o en el lugar metacomún, es decir, que son frases hechas que como tales dicen menos, mucho menos de lo que en verdad una quisiera que quisieran decir, y que quisieran decir tantas cosas… Yo soy una de esas personas. Me gusta agradecer por lo aprendido. Así que en esta carta no voy a dejar de hacerlo. Les agradezco en primer lugar a Mayra, Cecilia y Paola, compañeras de rutas (varias rutas), por estar, sostener, compartir sabiduría, propiciar risas, interrogantes, lecturas, escrituras y hasta por los consejos que me han dado para esta etapa de mi vida, que empezó hace cinco meses y que, desde entonces, atraviesa cada pensamiento, cada libro, cada tertulia, cada charla, cada sueño y cada despertar. Gracias. 
Y para no salirme del lugar común, ya que elegí ser la última en escribir esta carta, voy a dedicar a los lectores un minucioso agradecimiento aunque, por miedo a olvidarme de alguien, preferiré evocarlos como un colectivo y no desde la singularidad de cada nombre. Varias veces a lo largo de este trayecto me pregunté si era pertinente publicar lo que uno escribe, si es que eso en verdad aporta algo, a quién, para qué, en dónde. Y muchas de esas veces terminé por concluir que la escritura suma, y suma en varias direcciones: suma en primer lugar para quien escribe, porque someternos al ejercicio de la escritura nos proporciona un pensar intensamente reflexivo que, aunque no podamos transmitirlo al papel, pasa por nuestras cabezas dando al pensamiento un vuelo interesante. Pero también suma cuando otros nos leen y nos devuelven pareceres, nos muestran otros caminos, nos acercan a otras geografías por las que nunca andaríamos si no nos prestáramos a la aventura de compartir nuestras letras. No es fácil escribir, pero es una liberación. No es fácil compartir lo que uno escribe, pero es una aventura. Y en esa aventura hemos estado acompañadas cada vez que ustedes, amigos lectores, nos han dejado un comentario. "Existimos porque alguien piensa en nosotros, y no al revés", dijo la protagonista de una de mis películas preferidas de Fernando León de Araona. Quizás, en esa misma línea de pensamiento, podríamos decir que la esencia de quienes decidimos escribir y mostrar lo que escribimos reside en cada uno de los potenciales y después actuales lectores que ese texto tiene. Y en ese entramado de letras escritas y leídas, reescritas y releídas, pensadas y repensadas, allí existimos nosotros. Un abrazo agradecido para todos.

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