Por Mayra Nebril
En la entrevista que Joaquín Soler le hace para el programa A fondo, Onetti afirma que la mentira fue el preámbulo de su escritura, cuestión que me resultó todo un descubrimiento a la hora de querer pensar la diferencia entre ficción y mentira. Dice allí también, Onetti, que El pozo es un aparte de su obra, una isla con respecto al resto, al menos eso entiendo de lo que contesta, como si El pozo se tratara de una continuación o muestra de esos diarios íntimos de la adolescencia de los que habla- en los que dice en la entrevista que miente- y que no pretendía publicar.
Luego, después de editar El pozo, de buscar y saber acerca de la posibilidad del lector, algo se transforma en su escritura, ¿será que fue en ese entonces que la mentira mutó en ficción? Como si al hacer circular sus libros, después de la publicación, estructurara entonces la posibilidad de ficción como distinto de la mentira, un mundo otro en el que no vive, ni miente, sino en el que crea otra cosa.
En Propósitos de año nuevo, un artículo para la revista Marcha del 30 de diciembre de 1939, Onetti escribe: "Que cada uno busque dentro de sí mismo, que es el único lugar donde puede encontrarse la verdad y todo ese montón de cosas cuya persecución fracasada siempre, produce la obra de arte. Fuera de nosotros no hay nada, nadie. La literatura es un oficio: es necesario aprenderlo, pero, más aún, es necesario crearlo."
Fuera de nosotros no hay nada, nadie- repito- ¡qué fuerte esa afirmación! Una sentencia que dice de la potencia de la soledad, y también de la posibilidad de sostenerse en ese mirar hacia adentro; crear el oficio de mirarse de un modo peculiar, de una manera que pocos podrían hacer, ¿sostenerse sin el otro?
En El pozo, texto de 1939, también, el personaje termina sentenciando que antes creía en la felicidad de ese vivir fantaseando, tirado en una cama, fumando, y de cara a la pared, creía en la felicidad de la imaginación en soledad, ensoñaciones privadas, sin otros más que su consigomismo, antes dice el personaje ...¿y ahora?
¿Será que después -¿de la publicación como posibilidad?-se le hace necesaria la presencia del otro desde un nuevo lugar? ¿Y la ficción estaría relacionada con ese nuevo lugar, para el otro, que inventa?
En El posible Baldi, uno de los pocos cuentos -tres, para ser precisos- que preceden a El pozo, a lo largo de cinco páginas Onetti nos pone en la piel de un exitoso abogado, que regresa tras ganar el prestigio y el dinero venciendo en un importante juicio. El hombre camina rumbo a su casa, a su novia buena y linda, a la fragancia de jazmines, a la felicidad de su vida, pero en el camino se cruza con otro Baldi, con un posible Baldi, uno que despierta en el encuentro casual con una mujer que lo invita a hablarle. Convoca su grandilocuencia, y Baldi ¿le? miente, para ella se convierte en un cazador de negros, un traficante de armas, ¿es otro?
Cuando sale de esa mentira, de ese posible Baldi, media hora, quizás cuarenta y cinco minutos han transcurrido, pero al retomar el rumbo hacia su vida cotidiana, la felicidad ha desaparecido. La mentira tuvo consecuencias, no es algo que se desplegó para ella, sino que a él le estalla en la cara, y le resulta una nada el juicio, el triunfo, la novia buena, los jazmines, su felicidad.
Mentir sobre la vida propia, inventar hechos sólo con almas, inventar de la nada, ¿es de la nada que hacer surgir un Baldi cazador de negros, traficante? ¿Es de su nada o de la nada de la mujer? Pero resulta que tiene consecuencias modelar una vida con la mentira, a la manera que un niño hace un muñeco con plasticina, dándole forma, observando el resultado y fantaseando con la vida de esa posibilidad. A veces, Pinocho cobra vida.
Comienza a aparecer la diferencia entre ficcionar y mentir.
Puedo pensar que ficcionar inaugura la oportunidad de la creación de una versión más propia sobre algo, una creación que en la mentira está más relacionada a la versión del otro, a la mirada y la voz del Otro; aunque la mentira sería como el principio, el lugar en el cual, en el mejor de los casos, se abrirá la posibilidad de ficcionar.
La primera escritura suele ser más autobiográfica, afirman muchos escritores, y con el tiempo el autor suele desvestirse de la historia y vestirse con la ficción propia, la que es capaz de crear y de inventar. Incluso logra con lo autobiográfico, decir acerca de todos los seres humanos, diciendo de sí.
Podríamos pensar que para la neurosis, es la versión que el gran Otro construye para el niño, el comienzo de la posibilidad de narrar su historia. Luego, quizás, sobrevenga la mentira, la posibilidad de decir, muy en relación a la versión del Otro, algo que lo contradiga, que tenga matices de discrepancia, incluso tal vez, la otra cara-de la misma moneda- la del Otro. Y, muy de vez en cuando, existirá la posibilidad de decir con voz propia, en relación al otro, pero enlazado de una nueva manera, algún invento que cree la oportunidad de ficcionar.
Proceso que llevaría del Otro al otro, desde la verdad del Otro, a su mentira, a la inauguración de la ficción -verdadera-, del otro por venir. Hipótesis que me tiene pensando sobre todo en el trabajo clínico con las neurosis, qué lugar darle a la mentira,cuál a la ficción, y por supuesto, también, cuál reservarle a la verdad.
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