Aplazamiento
Pasado
mañana, sí, sólo pasado mañana…
pasaré
mañana pensando en pasado mañana,
y así será
posible; pero hoy no…
No, hoy
nada, hoy no puedo.
La
persistencia confusa de mi subjetividad objetiva,
el sueño
de mi vida real, intercalado,
el
cansancio anticipado e infinito,
Un
cansancio de mundo para tomar un tranvía…
Esta
especie de alma…
Sólo pasado mañana…
Hoy quiero
prepararme,
quiero
prepararme para pensar mañana en el día siguiente.
Éste es el
decisivo.
Tengo ya
el plan dibujado; pero no, hoy no dibujo planos…
Mañana es
el día de los planos.
Mañana he
de sentarme al escritorio para conquistar
el mundo;
Pero sólo
conquistaré el mundo pasado mañana…
Tengo
ganas de llorar,
tengo
ganas de llorar mucho de repente, desde adentro.
No, no
quieran saber nada más, es secreto, no lo digo.
Sólo
pasado mañana…
Cuando era
niño el circo del domingo me divertía
toda la semana.
Hoy sólo me
divierte el circo del domingo de toda la semana
de mi infancia…
Pasado
mañana seré otro,
mi vida ha
de triunfar,
todas mis
cualidades reales de inteligente, culto y práctico
serán
enunciadas por una editorial…
Pero una
editorial de mañana…
Hoy quiero
dormir, redactaré mañana…
Por hoy,
¿cuál es el espectáculo que repetirá mi infancia?
Lo mismo
para que yo compre los boletos de mañana,
que pasado
mañana es cuando estará bien el espectáculo.
Antes, no…
Pasado
mañana tendré la pose pública que mañana estudiaré
Pasado
mañana seré finalmente aquel que hoy no puedo
nunca ser.
Sólo
pasado mañana…
Tengo
sueño como frío tiene un perro vagabundo.
Tengo
mucho sueño.
Mañana te
diré las palabras, o pasado mañana…
Sí, tal
vez sólo pasado mañana…
El
porvenir…
Sí, el
porvenir…
Insomnio
No duermo ni espero dormir.
Ni en la muerte espero dormir.
Me espera un insomnio de la amplitud de los astros
y un bostezo inútil tan extenso como el mundo.
No duermo. No puedo leer cuando despierto de noche,
no puedo escribir cuando despierto de noche,
no puedo pensar cuando despierto de noche.
¡Dios mío, ni puedo soñar cuando despierto de noche!
¡Ah, el opio de ser otra otra persona [portugués: pessoa] cualquiera!
No duermo; yazgo, cadáver despierto, sintiendo,
y mi sentimiento es un pensamiento vacío.
Pasan por mí, trastornadas, cosas que me sucedieron:
todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas, cosas que no me sucedieron:
todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas, cosas que no son nada,
y hasta de esas me arrepiento, me culpo, y no duermo.
No tengo fuerza para tener la energía de encender un cigarrillo.
Miro la pared de enfrente del cuarto como si fuese el universo.
Por fuera hay el silencio que tiene todo eso.
Gran silencio aterrador en otra ocasión cualquiera,
en otra ocasión cualquiera en que yo pudiera sentir.
Estoy escribiendo unos versos realmente simpáticos:
versos que dicen que nada tengo que decir,
versos que insisten en decirlo,
versos, versos, versos, versos...
Tantos versos...
Y la verdad entera y la vida entera, fuera de ellos y de mí.
Tengo sueño, no duermo, siento y no sé en qué sentir.
Soy una sensación sin la correspondiente persona [pessoa],
una abstracción de autoconsciencia sin qué,
salvo lo necesario para sentir consciencia,
salvo… yo qué sé salvo qué...
No duermo. No duermo. No duermo.
¡Qué gran sueño en toda la cabeza, y encima de los ojos, y en el alma!
¡Qué gran sueño en todo, excepto en poder dormir!
Oh amanecer, tardas tanto... Ven...
Ven inútilmente
a traerme otro día igual a éste,
al que seguirá otra noche igual a ésta.
Ven a traerme la alegría de esta esperanza triste,
porque siempre eres alegre, y siempre traes esperanzas,
según la vieja literatura de las sensaciones.
Ven, trae la esperanza, ven, trae la esperanza.
Mi cansancio penetra colchón adentro.
Me duele la espalda por no estar acostado de lado.
Si estuviera acostado de lado me dolería la espalda por estar acostado de lado.
Ven, amanecer, llega.
¿Qué hora es? No lo sé.
No tengo energía para tender una mano hasta el reloj.
No tengo energía para nada, para nada de nada...
Sólo para estos versos, escritos al día siguiente.
Sí, escritos al día siguiente.
Todos los versos siempre se escriben al día siguiente.
Noche absoluta, sosiego absoluto, ahí afuera.
Paz en toda la Naturaleza.
La Humanidad reposa y olvida sus amarguras.
Exactamente.
La Humanidad olvida sus alegrías y sus amarguras.
Es lo que suele decirse.
La Humanidad olvida, sí, la Humanidad olvida.
Pero es que, incluso despierta, la Humanidad olvida.
Ni en la muerte espero dormir.
Me espera un insomnio de la amplitud de los astros
y un bostezo inútil tan extenso como el mundo.
No duermo. No puedo leer cuando despierto de noche,
no puedo escribir cuando despierto de noche,
no puedo pensar cuando despierto de noche.
¡Dios mío, ni puedo soñar cuando despierto de noche!
¡Ah, el opio de ser otra otra persona [portugués: pessoa] cualquiera!
No duermo; yazgo, cadáver despierto, sintiendo,
y mi sentimiento es un pensamiento vacío.
Pasan por mí, trastornadas, cosas que me sucedieron:
todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas, cosas que no me sucedieron:
todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas, cosas que no son nada,
y hasta de esas me arrepiento, me culpo, y no duermo.
No tengo fuerza para tener la energía de encender un cigarrillo.
Miro la pared de enfrente del cuarto como si fuese el universo.
Por fuera hay el silencio que tiene todo eso.
Gran silencio aterrador en otra ocasión cualquiera,
en otra ocasión cualquiera en que yo pudiera sentir.
Estoy escribiendo unos versos realmente simpáticos:
versos que dicen que nada tengo que decir,
versos que insisten en decirlo,
versos, versos, versos, versos...
Tantos versos...
Y la verdad entera y la vida entera, fuera de ellos y de mí.
Tengo sueño, no duermo, siento y no sé en qué sentir.
Soy una sensación sin la correspondiente persona [pessoa],
una abstracción de autoconsciencia sin qué,
salvo lo necesario para sentir consciencia,
salvo… yo qué sé salvo qué...
No duermo. No duermo. No duermo.
¡Qué gran sueño en toda la cabeza, y encima de los ojos, y en el alma!
¡Qué gran sueño en todo, excepto en poder dormir!
Oh amanecer, tardas tanto... Ven...
Ven inútilmente
a traerme otro día igual a éste,
al que seguirá otra noche igual a ésta.
Ven a traerme la alegría de esta esperanza triste,
porque siempre eres alegre, y siempre traes esperanzas,
según la vieja literatura de las sensaciones.
Ven, trae la esperanza, ven, trae la esperanza.
Mi cansancio penetra colchón adentro.
Me duele la espalda por no estar acostado de lado.
Si estuviera acostado de lado me dolería la espalda por estar acostado de lado.
Ven, amanecer, llega.
¿Qué hora es? No lo sé.
No tengo energía para tender una mano hasta el reloj.
No tengo energía para nada, para nada de nada...
Sólo para estos versos, escritos al día siguiente.
Sí, escritos al día siguiente.
Todos los versos siempre se escriben al día siguiente.
Noche absoluta, sosiego absoluto, ahí afuera.
Paz en toda la Naturaleza.
La Humanidad reposa y olvida sus amarguras.
Exactamente.
La Humanidad olvida sus alegrías y sus amarguras.
Es lo que suele decirse.
La Humanidad olvida, sí, la Humanidad olvida.
Pero es que, incluso despierta, la Humanidad olvida.
Exactamente. Pero yo no duermo.
Todas
las cartas de amor son ridículas
Todas
las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.
También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.
También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.
Las
cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.
Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.
Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.
La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.
(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).
tienen que ser
ridículas.
Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.
Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.
La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.
(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).