Por Mayra Nebril
“Aquí
no valen dotores, sólo vale la experiencia; aquí verían su inocencia esos que
todo lo saben; porque esto tiene otra llave y el gaucho tiene su cencia.” Martín
Fierro – José Hernández
El
dueño de la Estancia turística La Querencia se había quedado sin capataz y
buscaba a alguien idóneo en las tareas de campo, pero necesitaba también
alguien que aportara lo suyo a los
huéspedes del hotel. Se había informado
y había buscado con esmero, tenía entre manos tres candidatos con tan raras habilidades
como difíciles sus caracteres, y por ese motivo había contratado al Licenciado Lapsus Linguae que iría a la estancia para hacer la selección de personal.
A
Lapsus le interesó la propuesta sobretodo
por las tres noches de alojamiento en la mejor habitación de La Querencia. Salir de su consultorio y de Montevideo era
genial, además podía llevar a la candidata que estaba evaluando en su vida
personal, una señorita que si lo va a sacar de solterón, merece un capítulo
aparte. Pasó la primera noche cenando a
la luz de las velas, y chapoteando luego en la gran piscina de agua termal. ¡Ay
qué feos quedan ese bigote y esa barba mojados!
Diga que Lapsus siempre tiene una cita erudita y ocurrente para volver a
encandilar a su candidata.
Temprano en la mañana bajó a desayunar con los
curriculum vitae, los ojeó minuciosamente mientras comía todo lo que se
ofrecía, resultó de buen comer el Licenciado.
Martín Fierro de entrada le arrancó una sonrisa con su curriculum escrito
a mano en letra cursiva y en verso.
Soy Martín Fierro y me vine pa la estancia
la Querencia,
me va ver Lapsus Lengua que de sabio tiene
licencia,
no pa decir si soy buen capatá, montiador, o
tropero,
él va a oservarme y decir cómo estoy del
balero,
Ay ay ay si no me elije este locólogo con su
cencia,
No tendré más oción que volver otra vez a La
Carencia.
Original
el gaucho, pensó el licenciado ubicado ya en la oficina que le habían asignado. Adentro,
dijo Lapsus, sonó cantado y apaisanado.
Martín Fierro se había aprontado para la cita con esmero, peinado a la
gomina y perfumado como para tener bien cubiertos cincuenta metros a la redonda,
bombacha de campo negra, camisa blanca y una faja con la escarapela nacional.
-
Encantado Licienciado, me hablaron mucho de
usté, dice el dueño que es la última prueba antes de entrar a La Querencia.
-
¿Quiere el trabajo, Fierro?
-
Claro patrón.
Quiero ser capatá, y ademá me gustó que el dueño quiere que cada tarde
haga con lo mío un epetáculo pa los turistas. Y que hasta nos va a traer un
correofo, (coreógrafo corrigió Lapsus), un hombre de tiatro pa que el epetáculo
sea lindo de ver. Y eso estoy buscando,
Licienciado. Dígame qué tengo que hacer
Don, ¿cómo e la prueba?
-
Hábleme de su habilidad.
-
Miré dotor, pa ser licienciado se etudia, pa
saber susurrar se oserva con cuidado y atención a los vicho y uno se mezcla con
ellos hasta que sabe soplar y decirles, ¿intiende?
-
Pero usté e único Fierro, otra gente de campo
mira a los animale y no aprende – siempre se mimetizaba con el habla de su
interlocutor el Licenciado, igualito a Fierro – En cambio usté es un susurrador
de antología. Cuénteme de la primera vez.
-
La
primera vé de susurrador, ¿no? … etaba sentado en la oriya del río con el
rebaño pastando, y beeee be beee, y bee ee be y entonces la miré fijo y ella
como que sí, como que dele patrón que usté puede y yo beee bebee, y ella que
beee y así jui sabiendo a hablar como oveja.
Y despué un día que etaba contento escuché a una vaca y la entendí y
arranqué con el mu muuu mu y dale que se puso linda la conversa. Pero me vio el capatá y empezó con que me
había agarrado la lú mala y me dispidió.
Entonces me jui y mientras conseguía otra changa meta conversar con una oveja
de esas lanudas y viejas que me alvirtió que no podía andar beeee muúu, y
entonces aprendí a susurrar, en el shukk shhh shuk shhh les digo lo mesmo, pero
no inpresiona tanto, parece más mejor, más centífico y además es como una
lengua más general, como saber hablar el inglé de la oveja ¿me entiende Lasus?
-
Me gustaría verlo, usté es un artista Fierro.
-
Lo mesmo me dijo el Don Querencia cuando me vió,
y pensar que yo ni cuenta. Lo usaba por
aburrimiento, las ponía en fila y todas pa adelante, y ahura dos a la izquierda
y a la derecha tres, y arriba la pata de atrás y terminamos con un beeee alto y
entonado. Es difícil la soledá Licienciado
“La soledá causa espanto, el silencio causa horror; es continuo terror, es el
tormento más duro”
-
Qué completo Fierro, también es payador.
-
“No andes cambiando de cueva, hacé las que hace
el ratón: consérvate en el rincón, en que empesó tu esistencia: vaca que cambia
de querencia se atrasa en la parición.”
Y sabe Licienciado que yo nací en una estancia acá circa.
-
Fierro, ahora le voy a pedir que haga el dibujo
de una persona bajo la lluvia, y que luego en la parte de atrás de la hoja escriba
una historia de esa persona.
-
¿En sirio? ¿Y con eso qui quiere saber?
-
Usté no si preocupe por eso, dibuje lo que se le
ocurra y va a estar bien.
Luego
de una pausa Martín empezó a escribir la historia antes de dibujar “Pido a los
santos del cielo que ayuden mi pensamiento; les pido en este momento que voy a
cantar mi historia me refresquen la memoria y aclaren mi entendimiento.” Dibujó un gaucho mirando la lluvia a través
de la ventana de la Pulpería La Querencia con una viguela en sus manos. Vivo, vivo Don Fierro.
-
Para terminar le voy a mostrar tres láminas, y
usté me dice qué ve.
-
¿Y me conviene ver algo Licienciado? ¿o a veces mijor pasar?
Las láminas
analizaban la relación del candidato con la autoridad, el control de impulsos
y, la tolerancia a la frustración. Fierro hizo una payada cada vez, respuestas
que no permitían más que un diagnóstico subjetivo, conclusión que el Licenciado
escribió en el informe para Don Querencia:
Martín
Fierro es el mejor candidato,
para el puesto de capataz,
no estoy siendo falaz,
además de hombre de campo
es todo un chouman sagaz,
pido estar en primera fila,
el día que se decida
a contratar a este gaucho perspicaz.
En
agosto se estrenó el espectáculo, los presentes aplaudieron a Fierro hasta que
las palmas ardieron, hombres, mujeres, ovejas y vacas; el Licenciado lo
ovacionó de pie.
¡Es
completo el Licenciado Lapsus Linguae, che! Sabe de clínica pero también de
selección de personal. Querido lector, si usted tiene alguna consulta para
hacerle, aproveche, mire que durante un tiempo nos acompañará en el blog y
ofrece sus sapiencias sin costo.